Sexto largometraje del realizador Robert Wise y primero de sus "films
noirs". Se basa en la novela negra "Deadlier Than The Male" (1942), de
James Gunn. Se rueda, en B/N, en los RKO Studios, con algunas tomas
exteriores, tras la finalización de la IIGM. Producida por Herman
Schlom, colaborador de R. Fleisher, se estrena el 30-IV-1947 (NYC).
La acción tiene lugar en Reno (Nevada) y en San Francisco (CA), en 1945/46. La obra es un film típico de cine negro al que se añaden elementos de melodrama, con un resultado relativamente satisfactorio. Desarrolla una espiral de maldad que se basa en la interacción de dos personajes perversos y crueles, dominados por la codicia, los celos, la envidia, la deslealtad y la egolatría. Les une una atracción física que se apoya en apetitos y deseos instintivos que se ven estimulados y potenciados por la fascinación que produce en ellos la violencia y la brutalidad. Acertadamente, la fascinación del mal incluye componentes contradictorios: genera atracción física y, también, sentimientos de miedo y ansiedad. La violencia se expresa de diversas maneras: la brutalidad fría y desmesurada (Sam) y la disimulada sutileza de las buenas formas (Helen). A ellas de añade la cínica venalidad de un profesional (Albert). La acción se mueve en una atmósfera enrarecida e inquietante, que muestra con reiteración el juego contradictorio de atracciones y rechazos, ingenuidad y perversidad, buenos modales y crueldad.
La acción tiene lugar en Reno (Nevada) y en San Francisco (CA), en 1945/46. La obra es un film típico de cine negro al que se añaden elementos de melodrama, con un resultado relativamente satisfactorio. Desarrolla una espiral de maldad que se basa en la interacción de dos personajes perversos y crueles, dominados por la codicia, los celos, la envidia, la deslealtad y la egolatría. Les une una atracción física que se apoya en apetitos y deseos instintivos que se ven estimulados y potenciados por la fascinación que produce en ellos la violencia y la brutalidad. Acertadamente, la fascinación del mal incluye componentes contradictorios: genera atracción física y, también, sentimientos de miedo y ansiedad. La violencia se expresa de diversas maneras: la brutalidad fría y desmesurada (Sam) y la disimulada sutileza de las buenas formas (Helen). A ellas de añade la cínica venalidad de un profesional (Albert). La acción se mueve en una atmósfera enrarecida e inquietante, que muestra con reiteración el juego contradictorio de atracciones y rechazos, ingenuidad y perversidad, buenos modales y crueldad.
La interpretación de Claire Trevor ("La diligencia", 1939) desarrolla el
papel de Helen con adecuada corrección. Son meritorias las
intervenciones de Elisha Cook Jr., Walter Slezak y Audrey Long. Es poco
afortunada la interpretación de Lawrence Tierney como Sam Wild, hasta el
punto que perjudica el interés y el adecuado desarrollo del film. El
debú de Robert Wise en el género negro, en el que realizaría obras tan
atractivas como "Apuestas contra el mañana"/"Odds Against Tomorrow"
(1959), se salda con aciertos notables (economía narrativa, tono general
de tensión, aspereza moral, acertado manejo de los contrastes) y con
algunas deficiencias (insuficiente desarrollo de algunas escenas de
fuerza potencial desaprovechada). Desde el punto de vista del conjunto,
construye un film digno y sugestivo.
La música, de Paul Sawtell ("Bodyguard", 1948, R. Fleisher), aporta una
composición inquietante, de gran fuerza emotiva, que se resume en el
"Main Tittle/End Tittle". Añade una melodía de "swing" como
acompañamiento del doble asesinato, un vals en la escena de Helen
deambulando por la casa tras la boda de la hermana y otros insertos de
contraste. La fotografía, de Robert de Grasse ("Bodyguard"), crea negros
intensos que combina con blancos o grises muy claros, sombras
expresionistas, reflejos en espejos y planos secuencia bien construidos,
que realzan el sentido perturbador de la acción.
De Lawrence Tierney se destaca su parecido con George W. Bust y sin
embargo a mí me recuerda también a Ben Affleck cuyas cualidades
expresivas son las de una estatua de la isla de Pascua. Por ello está "
perfecto" en su papel de psicópata asesino al que le da lo mismo ocho
que ochenta. Seguramente no debió esforzarse mucho. Su rostro tenía la
hierática suficiente para el papel.
Excelente Claire Trevor de quien aún conservo el impacto que me produjo
su actuación en Cayo Largo de Houston, en su papel de esposa de mafioso,
alcohólica hasta las cejas, vendiendo la vergüenza por un trago.
Merecidísimo Oscar. Aquí lo hace bien, muy bien, en un papel difícil, de
los del "oremus" perdido entre el dinero, la maldad, las conveniencias
sociales y los deseos inconfesables. Buena nota también para Elisha Cook
Jr. ese secundario imprescindible en todo film noir que se precie y
cuyo aspecto débil y aniñado esconde más retorcimientos que un
sacacorchos. Y, superando la prueba, Walter Slezak como detective cuyo
despacho son los bancos del parque y cuyas probabilidades de mejora
profesional pasan por afianzarse alguna "bufanda" que abrigue lo
suficiente.
Todo ello se quedaría simplemente en buenas intenciones sin un argumento
consistente. Llegados a este punto hay que decir que la historia puede
resultar creíble en la medida que seamos capaces de liberarnos de
nuestra visión oxidada de una realidad donde las cosas suceden por
motivos, confesables o no. Aquí la maldad es "per se". Visceral. Ya me
entienden. Ajustadísimo el título: Born to kill. Algo así como
incorporar al lobo en una sociedad de suculentos corderos dispuestos al
degüello. Una propuesta cinematográfica dura, no tanto en las formas
como en los fondos para la sociedad de su tiempo, y que se disfraza de
dramático cine negro con los roles cambiados. La mujer fatal deviene
hombre. La pulsera tobillera de la Stanwyck se hace apostura masculina.
Trabajo y más trabajo para Robert Wise, quien saca al tema un excelente
partido. No lo hace creíble. Los milagros solo lo son en la medida de su
escasez. Pero lo hace interesante y absorbente, ayudado por un
magistral B/W y una banda sonora que acompaña a la perfección. Nosotros,
los espectadores, seguimos siendo incrédulos pero absortos.
Film que se encuadra claramente dentro del género negro, tanto por
temática como por estética, el argumento sigue los pasos de dos personas
diferentes que tienen en común la maldad: Sam Wild (Lawrence Tierney),
un tipo sin escrúpulos ni moral, y Helen Trent (Claire Trevor), una
mujer que bajo un estudiado barniz de buenos modales esconde a una
persona con un corazón totalmente negro.
Dirigido por Robert Wise, el film mantiene claramente puntos en común con la estética típica del cine negro: al margen de la temática, hay que tener en cuenta el juego de luces con claroscuros bien definidos y contrastados, la atmósfera densa y asfixiante, sobretodo en los planos que comparten la pareja protagonista, reflejo externo de sus intenciones.
Dirigido por Robert Wise, el film mantiene claramente puntos en común con la estética típica del cine negro: al margen de la temática, hay que tener en cuenta el juego de luces con claroscuros bien definidos y contrastados, la atmósfera densa y asfixiante, sobretodo en los planos que comparten la pareja protagonista, reflejo externo de sus intenciones.
TÍTULO ORIGINAL | Born to Kill (AKA Lady of Deceit) |
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AÑO | 1947 |
DIRECTOR | Robert Wise |
GUIÓN | Eve Green & Richard Macaulay |
MÚSICA | Paul Sawtell |
FOTOGRAFÍA | Robert de Grasse (B&W) |
REPARTO | Claire Trevor, Lawrence Tierney, Walter Slezak, Philip Terry, Audrey Long, Elisha Cook Jr., Isabel Jewell, Esther Howard |
PRODUCTORA | RKO Radio Pictures |
SINOPSIS | En Reno (Nevada), Helen Brent (Claire Trevor), una mujer fría y calculadora acaba de recibir una demanda de divorcio. Esa misma noche, se produce un doble asesinato en su barrio: Sam Wild (Lawrence Tierney), un atractivo psicópata, mata sin motivo alguno a una pareja. Para no verse involucrada en el asunto, al día siguiente, Helen coge un tren para San Francisco, pero Sam ha tenido la misma idea. |
Ajustándose bien al guión, y planificando a la perfección la puesta en
escena, Wise además nos añade ciertos apuntes psicológicos con los que
retrata a los dos protagonistas, y termina de darles formas, sin dejar
de perder de vista la estética típica del género negro, rodando la trama
con buen ritmo (en ocasiones de jazz), y con unas interpretaciones más
que convincentes, lo que hará las delicias de los admiradores del género
negro.
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