Reivindicable obra de cine negro a cargo del siempre competente William
Keighley y protagonizada por el nunca suficientemente alabado James
Cagney, un grande de entre los grandes. Su mera presencia ya llena la
pantalla mucho más que cualquier gran puesta en escena o cualquier labor
de dirección, por muy virtuosa que ésta sea. Pero en este caso en
concreto, a la poderosa interpretación de Cagney hay que sumarle una
historia atractiva, unos personajes bien definidos y ricos en matices y
un montaje absolutamente trepidante con unas escenas de acción
verdaderamente arrolladores que, por su enorme poderío visual, harán las
delicias del personal sin demasiado dificultad.
Esta obra de cine negro posee
las suficientes virtudes como para sobresalir de entre el resto de sus
coetáneas por méritos propios. El aspecto que más me ha llamado la
atención es la dureza y violencia de las escenas de acción. Hay pocas a
lo largo del metraje, y son cortas, pero poseen una intensidad realmente
avasalladora. Repasando detalles como éstos (y muchos otros), no puedo
evitar pensar que el cine de acción actual ha perdido completamente el
norte en todos los sentidos posibles. Ya no tenemos ni grandes escenas
de acción, ni personajes carismáticos, ni historia atractivas, ni tan
siquiera diálogos decentes...
El
montaje es otro de los puntos sobre los que habría que detenerse para
dar un par de apuntes. Sorprende lo trepidante del mismo para un
filme tan aparentemente convencional como éste. Los acontecimientos se
suceden a una velocidad casi vertiginosa, y el acentuadísimo ritmo que
imprime el montaje se traduce en que en tan sólo poco más de una hora y
veinte minutos de metraje nos da tiempo a presentar a un buen número de
personajes y conflictos, a visitar varias ciudades norteamericanas (con
sus bajos fondos incluidos), a contemplar la evolución del FBI en
materia legislativa, a disfrutar con los métodos de los CSI de la época
(idénticos a los actuales) y, por si no fuera suficiente, a contemplar
la genial interpretación de James Cagney. Muy destacable el uso de los
titulares de periódicos para contextualizar los acontecimientos que van
teniendo lugar a lo largo de la historia y su repercusión dentro de la
sociedad estadounidense.
"Contra el imperio del crimen" es un filme que disfrutarán (y mucho) todos aquellos seguidores del cine negro. No debiéramos pasar por alto que varios pesos pesados del género como son James Cagney y el director, Keighley, participan en el filme. Gracias a un gran guión, a unas sólidas interpretaciones y a un empleo del montaje cinematográfico fuera de lo común, esta recreación del trabajo de los "hombres G" es un ejercicio superlativo del cine de gánsteres que cuenta en su haber con unas de las escenas de acción más inspiradas que un servidor haya podido ver un filme de corte clásico como éste.
TÍTULO ORIGINAL | 'G' Men |
---|---|
AÑO | 1935 |
DIRECTOR | William Keighley |
GUIÓN | Seton I. Miller (Novela: Darryl F. Zanuck) |
MÚSICA | Sammy Fain, Leo F. Forbstein, M.K. Jerome, Bernhard Kaun, Harry Warren |
FOTOGRAFÍA | Sol Polito (B&W) |
REPARTO | James Cagney, Margaret Lindsay, Ann Dvorak, Robert Armstrong, Barton MacLane, Lloyd Nolan, William Harrigan, Russell Hopton, Edward Pawley, Noel Madison, Monte Blue, Regis Toomey, Addison Richards, Harold Huber, Raymond Hatton |
PRODUCTORA | Warner Bros. Pictures / First National Pictures |
PREMIOS | 1935: Nominada al Oscar: Mejor historia |
SINOPSIS | Un abogado abandona su profesión para convertirse en agente del gobierno con la intención de descubrir al asesino de su mejor amigo. Las primeras investigaciones le conducen hasta un gángster que fue compañero suyo de la infancia. Mientras resuelve el caso, en escena aparece la hija de su jefe, de la que se enamora locamente. |
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