sábado, 30 de junio de 2012

La senda tenebrosa

Esta es la tercera película que ruedan juntos los dos protagonistas, tras "Tener y no tener" (1944) y "El sueño eterno" (1946). Escrita y dirigida por Delmer Daves, se basa en una novela del gran David Goodis.

La acción se localiza en San Francisco y sus alrededores. Un hombre inocente, condenado erroneamente por el asesinato de su esposa, Vincent Parry (H. Bogart), se fuga de la prisión de San Quintín con el doble propósito de averiguar quién fue el autor del crimen por el que fue condenado y rehacer su vida. La película no muestra el rostro del protagonista hasta transcurridos los primeros 61 minutos de metraje. Entretanto se hace uso de la "cámara subjetiva", consistente en que ésta se sitúa en el interior del personaje y muestra sólo lo que él ve, piensa, dice y oye.

El encuentro con Irene Jansen (L. Bacall) y el romance que se establece entre Vincent y ella destilan un clima de sinceridad, veracidad y credibilidad pocas veces superado en el cine. Secuencias culminantes del film son la que muestra a Vincent e Irene, situados uno junto al otro, mirando en el espejo, que ocupa casi toda la pantalla, el resultado de la operación; la pelea entre Vincent/Alan y el chantajista junto al mar y bajo la imagen inmensa del Golden Gate; y la huída de Bogart por la escalera de incendios del edificio que entonces era el más alto de San Francisco. La fotografía corre a cargo del notable Sidney Hickox ("Tener y no tener", "Al rojo vivo"), que hace un uso excelente de la cámara, con secuencias largas y estáticas, junto a otras en las que mueve el objetivo suavemente para mantener la imagen centrada con precisión. Superpone imágenes y las multiplica para explicar los delirios del sueño de Vincent. El director de la música es Franz Waxman, especializado en composiciones cinematográficas ("El crepúsculo de los dioses", "Rebeca", "Un lugar en el sol"). Se sirve de trompetas, instrumentos de viento acompañados de cuerdas, y percusión suave, en melodías que crean sensaciones de intimidad, temor, alegría. El guión es el elemento más débil de la obra: la poca verosimilitud de algunas situaciones y saltos en la explicación de algunos hechos, abonan esta valoración. Los diálogos están muy bien construídos. El punto más fuerte de la película viene dado por las interpretaciones sobresalientes de Bogart y Bacall, llenas de magnetismo y seducción. Destaca la intervención de Agnes Moorehead en el papel de la villana Magde Rapf.


Obra emblemática del cine negro americano de Postguerra, que resulta interesante, abosorbente y entretenida. Incorpora elementos de thriller y de romance. Imprescindible para los amantes del cine de Bogart y Bacall. 


 Un hombre que ha sido encarcelado injustamente por el supuesto asesinato de su mujer escapa de la prisión, y decide cambiar sus rasgos mientras intenta demostrar su inocencia. Una atractiva y desconocida mujer le presta ayuda, porque su padre también fue víctima de una injusticia.

Esta es la historia que plantea la Senda tenebrosa, un brillante ejemplo del cine negro desarrollado durante la década de los 40 y principios de los 50. El guión en si, no rompe esquemas dentro de su género, pero plantea un sólido relato de misterio e intriga, con un ritmo en crescendo que atrapa al espectador de principio a fin. El conflicto que plantea el film centra su base en el personaje de Bogart, relacionado con Lauren Bacall, la cual aporta un magnetismo clave a la hora de enfrentar el desarrollo de la acción. La visión mundana de la obra no disgrega en casi ningún aspecto de la planteada por el género negro, confluyendo elementos dogmáticos: confrontación campo-ciudad, tinte pesimista y melancólico, dualidad paralela entre los ejes de una sociedad corrupta y ahogada en si misma… y como no, una densa y agobiante atmósfera planteada desde las calles del inconfundible San Francisco. 

La fotografía es un punto de inflexión al valorar el apartado técnico o visual de la senda tenebrosa. Sidney Hickox convence realizando un esplendido trabajo de captación de exteriores, sin olvidarnos, eso si, de unos más que loables interiores retratados perfectamente a través de un sabio uso de luces y sombras, como ejemplo el apartamento de Bacall con un marcado estilo modernista. Reseñamos también el uso de la cámara en primera persona (subjetiva), como un aporte de originalidad y frescura que ameniza casi la mitad del metraje total de la cinta. Sobriedad y clase definen a la perfección la música otorgada por Franz Waxman. Entre el elenco de actores aparte de Bogart y Bacall, destaca Bruce Bennett, quién lleva acabo una convincente interpretación.

Ejemplar obra negra, necesaria para conocer los pilares en los que se construyen películas míticas del cine americano de la posguerra.

Para los amantes de Bogart y Bacall. La filmografía que tienen juntos no es muy abundante así que esta película, a pesar de ser una obra menor, resulta interesante sobretodo por las interpretaciones. El guión es flojo y en la actualidad algunas situaciones en su época novedosas, resultan un poco endebles. Pero la química entre los dos permanece. Para sus amantes recomiendo el libro titulado Bogart de Eric Lax en la editorial Tusquets, año 1999, os aseguro una auténtica joya de biografía.

Por cierto no tengo suerte, siempre que veo en una película a Agnes Moorehead, de una manera o de otra siempre hace de bruja.


La senda tenebrosa es un magnífico ejemplo de cómo hacer con un pésimo guión una buena película, gracias a la interpretación de una de las grandes damas de la pantalla grande (Agnes Moorehead) y al carisma de la pareja cinematográfica por excelencia (Humphrey Bogart - Lauren Bacall).




Y hablo del guión. No de la novela de David Goodis que, visto lo visto, parece tener elementos mas que suficientes para cautivar al espectador. Y aquí quien realmente nos cautiva es nuestra Agnes-brujita querida junto a los “Bacall eyes”. Bueno, y un poco también el amigo Bogart aunque no creo que sea una de sus mejores películas.

Zapatero a tus zapatos. Delmer Daves a dirigir, que lo haces bien. Ahí quedan El tren de las 3,10 para Yuma ó El árbol del ahorcado. Pero, suponiendo que no hubiese huelga de guionistas, había que haberle dejado a otro la concreción de la línea argumental. Tal vez así nos hubiésemos tragado la píldora de tantísimas casualidades, de tanto “caprichoso” azar al servicio de la historia, nada menos que en un San Francisco donde hay unos cuantos millones de individuos pululando por allí, para que la fatalidad se cebe siempre en los mismos. 

Pobre Bogart. No pongas un circo que te crecerán los enanos, los leones se declararán en huelga de hambre y probablemente hasta el hombre-bala se atasque en el cañón. Tanta mala suerte no es creíble. Si es que paras a tomar un café y ahí está la pasma sospechando. Si es que vas en visita de “cortesía” y acabas tirando la casa y lo que no es la casa por la ventana. ¡Que ni pintada para habitación del pánico!.

¡Y aun así la película es buena!... Gracias Agnes, gracias Lauren, gracias Humphrey.


Más que la historia en sí, la cual es interesante y llevadera, lo que más me quedó de esta película es su primera parte, donde el director utiliza en forma inteligente el plano subjetivo para meternos dentro de la historia como si fuésemos el personaje mismo interpretado por Humphrey Bogart.

Es también magistral el uso de la cámara por parte de Delmer Daves, quien además demuestra en otros pasajes que tenía gran capacidad para la dirección y la puesta en escena, pues se nota que manejaba gran habilidad para desplegar con maestría el lenguaje cinematográfico al contarnos su historia con variedad de recursos técnicos muy llamativos para la época.
  
También destaco las interpretaciones de Humphrey Bogart y Lauren Bacall. El primero en la piel de un falso culpable encarcelado que escapa de prisión para probar su inocencia, mientras que la actriz se pone en la piel de una mujer que siente empatía por el personaje de Bogart, ya que el padre de ella también sufrió en carne propia el ser juzgado injustamente a la cárcel.

La trama, como dije es llevadera y de ritmo ágil, pero a decir verdad me pareció un tanto descuidada y con determinadas licencias que hacen que por allí no resulte del todo creíble.

El conflicto narrativo es un tanto inverosímil, hecho con el objetivo de llamar la atención del espectador, pero se desatiende la lógica en muchos pasajes.


La relación romántica entre los personajes principales es creíble, pero no tiene la chispa suficiente como para lograr sensibilizar al espectador en la medida de lo esperable.

El guión por tanto es efectista, pero no rompe con ningún esquema, no resulta tan magnético ni sorprende en ningún momento con algún giro sorpresa. Es por ello que resulté levemente defraudado con este clásico, el cual si uno mira la nota media pareciera ser una obra maestra, y ciertamente que a nivel argumento no lo es, aunque sí se destaca a nivel lenguaje técnico cinematográfico.

Lo mejor: el plano subjetivo (la cámara enfocada en primera persona) y la química Bogart- Bacall.

Lo peor: el guión no es de los mejores, no consigue ser lo suficientemente lúcido en su confección como para enganchar más de la cuenta al espectador.

El comienzo en primera persona de toda la fuga ya avisa de que se asiste a una historia diferente, el camino a la libertad a través de una serie de misteriosos personajes, todo un viaje de cine negro puro introduciendo temas novedosos como la estética y además mostrando la oscuridad de San Francisco, siempre parece que estas historias tengan que ocurrir en Nueva York... también es original porque nuestro protagonista no aparece hasta bien entrada la película delante de la cámara y, tratándose de H. Bogart, se suma a la desesperación de la trama.

 Una persecución en la que los personajes se van identificando poco a poco al tiempo que se va explicando el porque de su ingreso en San Quentin, la intriga va alternando pasajes de huida con pasajes de venganza... es la típica novela de la época que se puede definir como perfecta, todos los personajes están involucrados, todos se vuelven a entrecruzar y, salvo algún fallo y algún hecho poco creíble, se cierra perfectamente y todo queda atado, aunque me queda una sensación de mayor simplicidad con respecto a otras y sobre todo un contenido romántico muy superficial en una pareja que ya dio mejores aventuras y mejor tratadas en anteriores películas.


TÍTULO ORIGINAL Dark Passage
AÑO 1947




DIRECTOR Delmer Daves
GUIÓN Delmer Daves (Novela: David Goodis)
MÚSICA Franz Waxman
FOTOGRAFÍA Sid Hickox (B&W)
REPARTO Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Bruce Bennett, Agnes Moorehead, Tom D'Andrea, Clifton Young, Douglas Kennedy, Rory Mallinson, Houseley Stevenson
PRODUCTORA Warner Bros. Pictures


SINOPSIS Un hombre (Bogart) que ha sido injustamente encarcelado por el asesinato de su mujer escapa de la prisión con la intención de probar su inocencia. Una atractiva desconocida (Bacall) le presta ayuda, porque su padre también fue víctima de un error judicial.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Clásico del cine negro de los cuarenta. (...) Bogart y Bacall seducen sin el menor esfuerzo, y la potencia visual de la puesta en escena es digna del clásico más insigne" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
----------------------------------------




Imprescindible película de buenísimo cine negro de la época dorada. Se divide en tres partes claramente diferenciadas: en la primera se nos muestra la acción en 1ª persona, al lo gonzo (los que veais pelis XXX sabreis lo que digo...) que dura aproximadamente 36 maravillosos minutos. Destaca de esta parte cuando la diosa Bacall mira a Vincent (Bogart), es decir, nos mira, me mira. Y me derrito por supuesto con su belleza. La 2ª parte es en la que el protagonista está convaleciente y no puede hablar. El espectador quiere que hable ya y termine su agonía (la del espectador) y la 3ª parte es en la que se produce el desenlace.

A destacar la dirección, magistral, y las actuaciones de los actores secundarios

Perdición


Es de noche, un coche circula a gran velocidad por las calles de la ciudad y de el se apea un hombre malherido...así comienza “Perdición”, un rotundo, demoledor y noqueante ejercicio de “film noir”, basado en una novela de James M. Cain, con uno de los guiones más extraordinarios jamás escritos para la pantalla del propio Billy Wilder y de Raymond Chandler. Con un ritmo trepidante y una gran tensión visual, la soberbia dirección del genio vienes trasciende y dinamita las convenciones del género y dibuja un perverso y audaz -para la época- relato de pasión, asesinato y muerte. Una de las cumbres indiscutidas del cine negro “Perdicion” es una joya que gira alrededor de la figura sensual, maquiavélica y pérfida de una de las “femmes fatales” más fascinantes del celuloide -una turbadora Barbara Stanwyck- que seduce a un cínico Fred McMurray desde ese plano sublime -de un erotismo de alto voltaje- de sus piernas bajando por las escaleras con una pulsera en su tobillo a modo de metáfora de la unión inseparable de unos personajes al borde del abismo, atrapados por la larga sombra del destino, donde un meticuloso plan de conspiración para asesinar se acabará convirtiendo en una imparable espiral de violencia, degradación moral y autodestrucción. Un larguísimo flashback, la voz en off de Fred McMurray y un casting milagrosamente bien escogido y en estado de gracia, con un trabajo excepcional de los tres protagonistas, son los instrumentos de que se sirve Billy Wilder para contarnos esta absorbente y tórrida historia bañada por las luces y las sombras de la fotografía en blanco y negro, de tintes expresionistas, de John Seitz y la sugerente y tensa música de Miklos Rozsa que potencian la atmósfera malsana y asfixiante del film a la perfección y que nos conducen de forma inexorable hacia un memorable doble final, de poderosa carga dramática y un lirismo arrebatador, donde las pasiones dejan paso a los sentimientos más ocultos, donde se cierra definitivamente el circulo mágico de un film estremecedor con ese inolvidable plano final en el que el protagonismo de un cigarrillo, una cerilla y el marco de una puerta que no podemos llegar a traspasar da el sentido postrero a esta obra maestra absoluta del CINE con mayúsculas de uno de los mas geniales guionistas y directores de todos los tiempos.

Un film inolvidable, para ser visionado con devoción


Cuarto largo de Billy Wilder, tercero realizado en EEUU. Adapta al cine la novela "Three of Kind" (1935), de James M. Caine, basada en hechos reales. Se rodó en LA y en los Paramount Studios (California), con un presupuesto estimado de 1 M dólares. Producida por Joseph Sistrom, se estrenó el 6-IX-1944.

La acción tiene lugar en LA entre finales de mayo y el 16 de julio de 1938. Narra la historia de Walter Neff (Fred MacMurray), vendedor de seguros, de 35 años, soltero, reservado y débil de crácter. Al visitar a un cliente, el Sr. Dietrichson, para renovar la póliza del seguro de sus coches, conoce a su esposa, Phyllis Nirdlinger (Barbara Stanwyck), sensual, atractiva y seductora, que despierta en él gran interés. Al amparo de este suceso, ella trata de seducirlo para convertirlo en cómplice de un plan que los conducirá a la perdición.


La película enfrenta a un hombre honrado, pero débil, con una mujer fuerte, sin escrúpulos, que aprovecha su atractivo personal para engañarlo, manipularlo y utilizarlo despiadadamente. Es destacable la sordidez de la historia, centrada en la ejecución de un crimen con premeditación, frialdad, desprecio por la vida humana, codicia y alevosía. Barbara Stanwyck interpreta la figura de una de las más pérfidas "mujeres fatales" del cine. Entre los dos personajes se establece una insana relación de amor y odio, dominio y sumisión, atracción y repulsión, que se ve corroída por las sospechas cruzadas de infidelidad, de Neff con Lola Dietrichson (Joan Hearther) y de Phyllis con Nino Zachetti (Byron Barr). Se añaden las sospechas de crímenes pasados, de planes de nuevos crímenes y la aparición de deseos mutuos de venganza. El investigador Barton Keyes (Edward G. Robinson), mientras avanza en su investigación implacable, hace que salga a la superficie un mundo escalofriante de bajas pasiones. La obra está narrada en forma de confesión, que relata los hechos en "flashback". El espectador queda con la sensación de que los verdaderos motivos que mueven el comportamiento perverso de los dos protagonistas no quedan explicados de modo justo y cabal. Posiblemente, de esta sensación se deriva uno de los atractivos más poderosos del film.


La música, de Miklós Rózsa, aporta intensidad, estridencias y disonancias, sumamente adecuadas. La fotografía, de John Seitz ("Días sin huella", 1945) se inspira en obras del expresionismo alemán, como "M, el vampiro de Dusseldorf" (1931), de Lang. Crea ambientes oscuros y tenebrosos, de fuerza inmensa. La interpretación de Stanwyck es extraordinaria en el que posiblemente es el mejor papel de su carrera. Excelentes son las intervenciones de MacMurray y Edward G. Robinson. A destacar la intervención del español, afincado en Hollywood, Fortunio Bonanova en el papel de Sam Garlopis. La dirección crea una de las obras culminantes del género negro.

Película magistral, arquetipo de cine negro, que sitúa en la secuencia final una sobrecogedora confesión de amor entre dos hombres.


Un rostro desencajado, sudoroso. El ascensorista y la penumbra. Profundidad de campo, el vacío en la oficina y un micrófono sobre la mesa.

Flash-back, tan pertinente y acertado como el que acontece en el inicio de 'El hombre que mató a Liberty Valance'.

B/N casi N/N. Nunca la ausencia de color admitió tantos matices en lo oscuro. Una atmósfera a la altura de 'El sueño eterno'.

Diálogos a quemarropa, no sé si más de Wilder o de Chandler. Con un ritmo y agudeza indescriptibles.

Un trío inolvidable: Fred MacMurray, elegante incluso con los pantalones sobaqueros; Barbara Stanwyck, litros de laca y seducción; Edward G. Robinson, un enanito de lógica implacable.

La escena de la puerta. Una puerta que se abre para fuera, vulnerando las normas contra incendios de Los Ángeles. Una licencia artística manejada con la habilidad de un cirujano.

El milagro del tempo narrativo y las cerillas. La transparencia cinematográfica.
 
 "Si, en un momento dado, un espectador nota un movimiento de cámara, has fracasado."
  'Billy & Joe', de Michel Ciment (libro de entrevistas del autor con Wilder y Mankiewicz)


Perdición” es para mí mucho más que una película ya que marcó mi afición al cine, me descubrió el cine clásico americano, el cine negro y al maestro Wilder. Me marcó profundamente y es (y lo será siempre) mi película favorita.

En “Double indemnity” confluyen multitud de elementos que hacen que sea un film capital en la historia del cine y que la convierte en el modelo ideal de “film noir”


La historia es muy arriesgada, totalmente macabra, rompedora para la época y contraria a la moral puritana, por lo que fue dura e injustamente castigada en los Oscar de aquel año (en los que triunfó la ramplona historia de un cura bonachón llamada “Siguiendo mi camino”). Wilder se enamoró de la novela creada por James M. Cain y junto al mítico escritor de novela negra Raymond Chandler (“El sueño eterno”) escribió la adaptación cinematográfica. La relación entre ambos fue dura, se llevaron mal, pero de ella surgieron algunos de los mejores diálogos de la historia del cine. 


La fotografía, a cargo de John F. Seitz, marcó una época y un género. La luz entrando a través de las persianas venecianas, reflejándose como barrotes de una celda sobre el salón de la casa de los Dietrickson y sobre los protagonistas.

 En cuanto a la dirección, Wilder ofrece una clase magistral de cómo utilizar dos recursos cinematográficos: el “flashback” y la “voz en off”. Con el primero articula la historia contándonos el final en el minuto 5 (“I did it for the money, and for a woman, and I don`t get the money, and I don`t get the woman…”), lo que sumerge en la amargura al resto del relato; y con el segundo nos introduce en los pensamientos, sentimientos y reflexiones más profundos del protagonista. Son para enmarcar el primer encuentro de los protagonistas, cargado de erotismo, la tensa escena de la puerta y los pequeños detalles, como la pulsera del tobillo de la Stanwyck, el enano infalible o las cerillas. 


En los papeles protagonistas, dos actores que dejan atrás sus registros habituales, que jamás habían hecho papeles dramáticos similares: Barbara Stanwyck que marcó para siempre con su actuación lo que debe ser una perfecta “femme fatale”, y Fred McMurray, magnífico en su rol de vendedor de seguros que se deja arrastrar al abismo. Y para completar la terna, Edgard G. Robinson, uno de los mejores y menos reconocidos actores del cine clásico americano, que aquí lo borda.
 
Por último, la música de Miklos Rozsa envuelve el relato ayudando a crear esa atmósfera cargada y malsana.
 
Todo esto es “Perdición”, el magnfico clásico de Billy Wilder que marcó la estética del cine negro e hizo un poco más grande al séptimo arte.

TÍTULO ORIGINAL Double Indemnity
AÑO 1944




DIRECTOR Billy Wilder
GUIÓN Raymond Chandler, Billy Wilder (Novela: James M. Cain)
MÚSICA Miklós Rózsa
FOTOGRAFÍA John F. Seitz (B&W)
REPARTO Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Tom Powers, Porter Hall, Jean Heather, Byron Barr, Richard Gaines, Fortunio Bonanova, John Philliber, Bess Flowers, Miriam Franklin
PRODUCTORA Paramount Pictures
PREMIOS 1944: 7 nominaciones al Oscar, incluyendo película, director, actriz (Stanwyck), guión


SINOPSIS MacMurray es un vendedor de seguros que, en connivencia con Barbara Stanwyck, elabora un plan para asesinar al marido de ella y quedarse con el dinero de su seguro. Obra cumbre del género, uno de los ejercicios de suspense más fascinantes de todos los tiempos.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Obra absorbente y trágica que combina sordidez y pasión para mostrar a Barbara Stanwyck como una de las femmes fatales más fascinantes de la historia del cine. (...) Un derroche de maestría que marcó los códigos visuales del género" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
----------------------------------------




Como curiosidad, se llegó a rodar un final alternativo en el que el protagonista es conducido a la cámara de gas del cuál sólo de conservan algunos fotogramas. Este final le pareció demasiado moralista a Wilder que afortunadamente optó por algo más poético, el protagonista arrastrándose hasta el umbral de la puerta, donde se da por vencido y busca, pero no encuentra, una cerilla que finalmente le ofrece su amigo.

jueves, 28 de junio de 2012

El demonio de las armas


Obra maestra de Joseph H. Lewis, especialista en films de serie B. Escrita por Mackinlay Kantor y Dalton Trumbo, adapta el relato breve "Gun Crazy" (1940), de Kantor, inspirado libremente en la vida de Bonnie Parker y Clyde Barrow. Se rueda en exteriores durante 30 días, con un presupuesto de 450 mil dólares. Producida por Frank y Maurice King, se estrena el 20-I-1950 (EEUU).

La acción principal tiene lugar en diversas localidades de EEUU en 1949. Los protagonistas son Bart Tare (Dall) y Annie Laurie Starr (Cummins), dos personajes que se enamoran a primera vista y emprenden una desesperada carrera de atracos y asaltos a lo largo del país. Lauire es una mujer cautivadora y seductora, con obsesión por las pistolas. Insegura y dominante, padece crisis de angustia y pánico. Bart, que ha sentido afición por las pistolas desde muy joven, es una persona desarraigada, débil y manipulable.

El film es una obra de cine negro con elementos de drama y romance. Como "film noir" es una obra singular: no sitúa la acción en el submundo urbano de la noche, sino en espacios abiertos a la luz del día; no trata de la delincuencia organizada, sino de dos personajes aislados, solitarios y abandonados a su suerte; incorpora una historia de amor "fou" que se mueve en el marco de un torbellino de pasiones. La acción tiene lugar en forma de viaje itinerante, como en una "road movie". Incorpora rasgos del western, que van más allá de la indumentaria ocasional de los protagonistas.



TÍTULO ORIGINAL Gun Crazy (AKA Deadly Is the Female)
AÑO 1950




DIRECTOR Joseph H. Lewis
GUIÓN MacKinlay Kantor, Dalton Trumbo, Millard Kaufman (Historia: MacKinlay Kantor)
MÚSICA Victor Young
FOTOGRAFÍA Russell Harlan (B&W)
REPARTO Peggy Cummins, John Dall, Berry Kroeger, Morris Carnovsky, Annabel Shaw, Harry Lewis, Nedrick Young, Trevor Bardette, Mickey Little, Russ Tamblyn, Paul Frison, David Bair, Stanley Prager, Virginia Farmer, Anne O'Neal, Frances Irvin, Robert Osterloh, Shimen Ruskin
PRODUCTORA United Artists


SINOPSIS Bart Tare, un veterano de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), es un hombre emocionalmente desequilibrado que desde que era niño vive obsesionado con las armas. Cuando conoce a Annie, una mujer fatal, se deja arrastrar al mundo del crimen. Unidos por su afición a las armas, la relación de la pareja desemboca, entre atraco y atraco, en un torbellino de pasiones y situaciones peligrosas.


La narración se despliega a un ritmo intenso y prodigioso, que se mantiene a lo largo del film, salvo breves pausas dedicadas a la reflexión del Bart o al romance. El guión exhibe un notable empeño de estilización, que le lleva a prescindir de todo lo superfluo. Los caracteres se presentan bien desarrollados y construidos con precisión y coherencia. Es interesante el análisis de la interacción que preside la relación entre los protagonistas, dominada por tensiones de dependencia/sumisión, arrastre/engaño, seducción/resistencia, turbación/pasión. Se explora la afición al riesgo, la erótica del peligro, la seducción atávica de la violencia y el fatalismo que rodea la acción humana.

La música, de Victor Young ("El hombre tranquilo"), genera sentimientos de peligro, alarma y riesgo. Refleja magníficas resonancias deudoras de Stravinsky y Schomberg. Añade, con reiteración, la emotiva canción "Mad About You" (Young y Ned Washington). La fotografía, de Russell Harlan ("Río Bravo"), traslada al mundo exterior la estética oscura, opresiva y expresionista del cine negro clásico. Ofrece algunos virtuosismos visuales de gran belleza (plano picado final), gran fuerza expresiva (planos secuencia de los atracos) y contundencia emocional (atraco visto desde el coche en un plano secuencia de 4 minutos). Película de culto, intensa, absorbente y fascinante.


Retorno al pasado


Basada en la novela de Daniel Mainwaring "Build My Gallows High", está considerada por muchos como la obra cumbre del cine azabache por excelencia...

Lo cierto es que argumentos no le faltan...más bien le sobran...

El propio Mainwaring adaptó al cine su propia novela, con una fotografía en blanco y negro realmente magistral a cargo de Nicholas Musuraca y con una excelente banda sonora a cargo de Roy Webb.




No hay voces en off... tan sólo la voz del detective privado Jeff Markham (estupendo Robert Mitchum) relatando a su actual pareja Ann Miller (Virginia Huston), la verdadera historia de su negro pasado, tan azabache como la historia de la película...

Así, metido en un coche camino del lago Tahoe, donde Jeff ha quedado "con su pasado", éste relata a su novia la verdadera historia de su vida, marcada por una de las femme fatales más pérfidas en la historia del cine, la malísima y retorcidísima Kathie Moffat (genial Jane Greer).




Una gran película de cine negro no es lo mismo sin una espléndida mujer fatal, y en Retorno al pasado Jane Greer interpreta a Kathy Moffat, la Femme Fatale por excelencia.
Jeff Markham (Robert Mitchum) es un detective retirado que ahora regenta una estación de servicio y pasa su tiempo pescando y junto a su amada Ann (Virginia Huston).

Un día un matón descubre a Jeff y le hace volver con su jefe, el gángster Whit Sterling (Kirk Douglas). De camino a su encuentro Jeff le cuenta a Ann su pasado y su historia de amor y engaños con Kathy Moffat. La historia que se cuenta es el grueso de la película. Whit contrata a Jeff para encontrar a su chica Kathy, quien se ha fugado con su dinero. Pero con lo que no cuenta el gángster es que su novia y el detective se enamoren.

Retorno al pasado es una historia de cine negro con todos los ingredientes necesarios, con una ambientación y fotorafía en blanco y negro impecables, y con unos actores, Robert Mitchum y Jane Greer en estado de gracia.

Muchos la consideran la obra cumbre del cine negro. Para mi roza el sobresaliente, pero hay films del género que considero mejores. Los sobornados, Perdición o El Halcón Maltés me parecen superiores, aunque Retorno al pasado tiene unas virtudes que la situan entre las mejores de su género.

Los interrogantes planteados al final del film con la pregunta de la novia del protagonista, Ann, al amigo sordomudo de Jeff sitúan al film a una altura casi inigualable.


Obra culminante de Jacques Tourneur y uno de los mejores films del cine negro clásico. Escrito por Daniel Mainwaring y los no acreditados Frank Fenton y James M. Cain, adapta la novela "Build My Gallows High" (1946), del propio Mainwaring. Se rueda en exteriores de California (Lago Tahoe, Sierra Nevada...), Nevada (Alta Sierra, Reno...), Méjico (Acapulco) y RKO Encino Ranch (CA) y en los platós de RKO Studios (L.A.), con un presupuesto escaso. Producido por Warren Duff para la RKO, se estrena el 13-XI-1947 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en Bridgeport, pequeña población californiana, y alrededores, Acapulco (Méjico) y San Francisco, en 1947, durante unos pocos días. Mediante flashbacks el protagonista cuenta a su novia hechos ocurridos dutante los tres últimos años. Jeff Bailey/Jeff Markham (Mitchum), antiguo detective privado, que trabajó en NY y San Francisco, vive retirado en Bridgeport, donde regenta una gasolinera. Tiene relaciones con una muchacha de buena familia, Ann Miller (Huston), y dedica el tiempo libre a la pesca en el lago. Inesperadamente recibe la visita de Joe Stephanos (Valentine), esbirro del gángster Whit Sterling (Douglas), para el que había trabajado en el pasado. Le encuentra acompañado de Kathie Moffat (Greer), una de sus antiguas amantes. Jeff, de 30 y pocos años, es reservado, taciturno, lúcido, se deja llevar por sus pasiones y oculta un pasado turbulento del que intenta huir. Kathie, de unos 25 años, es mentirosa, fría, pérfida y depredadora, aunque luce una cara angelical y aparenta inocencia y candor.

El film suma cine negro, drama, intriga y thriller. Presenta una trama que se torna progresivamente compleja, en la que se dan cita los principales características del cine negro. Las atmósferas son opresivas, sombrías e inquietantes. En ellas palpitan la traición, la deslealtad, el chantaje, la venganza, el fraude, la mentira y la fatalidad. Los personajes, cada uno a su manera, encarnan manifestaciones del mal: el gángster elegante y de trato afable es un asesino implacable, la bellísima mujer fatal es codiciosa, destructiva y mata sin piedad, los esbirros del gángster matan por dinero. Son figuras oscuras, ambíguas, ambivalentes y retorcidas. Viven permanentemente angustiados y dominados por el peso de amenzas difusas, inconcretas e intangibles, pero insolubles e hirientes. El pasado siempre regresa para proyectar su sombra implacable de fatalidad y destrucción.



TÍTULO ORIGINAL Out of the Past
AÑO 1947




DIRECTOR Jacques Tourneur
GUIÓN Daniel Mainwaring (Novela: Daniel Mainwaring (AKA Geoffrey Homes))
MÚSICA Roy Webb
FOTOGRAFÍA Nicholas Musuraca (B&W)
REPARTO Robert Mitchum, Jane Greer, Kirk Douglas, Rhonda Fleming, Richard Webb, Steve Brodie, Virginia Huston
PRODUCTORA RKO


SINOPSIS Jeff Bailey, un antiguo detective, regenta una gasolinera en un pequeño pueblo, donde lleva una vida tranquila y sencilla. Sus amores son la pesca y una jovencita con la que quiere casarse. Inesperadamente, recibe la visita de un viejo conocido que le anuncia que el jefe quiere verlo. Bailey se ve entonces obligado a contarle a su novia su turbio pasado: contratado por un hampón, Whit Sterling, para buscar a su amante, Catie Moffett, que se había fugado con una importante suma de dinero, consiguió localizarla en Acapulco, pero se enamoró de ella. Ahora la encuentra de nuevo en brazos de Sterling y empieza a sospechar que lo que éste pretende es vengarse de él por haberlo traicionado.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Una de las cimas incontestables del cine negro de los cuarenta. El realizador crea unos personajes rotundos y ambivalentes, entre los que destaca un impactante retrato de femme fatale, bajo los rasgos de Jane Greer, que destruye a todo aquel que se le acerca. Una historia alambicada, de innumerables lecturas. Imprescindible" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
----------------------------------------
Un clásico del cine negro.
----------------------------------------


Los personajes se presentan construidos con vigor y rotundidad. Destaca el protagonista, hombre fuerte, activo, seguro e impasible, pero dominado por la percepción de estar atrapado y ser inevitable su perdición. Los diálogos son concisos y cortantes. La interpretación de Mitchum es sobresaliente, seductora la de Greer y estimable la de Rhonda Fleming. Mitchum, actor poco conocido hasta entonces, consigue notoriedad y prestigio. La puesta en escena es soberbia.

El film hace uso frecuente de la evocación y la premonición. Las redes de los pescadores que acompañan a los protagonistas en la playa de Acapulco parecen sugerir que Jeff no se podrá librar nunca de las garras maléficas de la chica. Cuando Jeff cierra la verja de hierro de la mansión de Tahoe, todo parece indicar que es ya prisionero de su pasado. La inesperada visita de su antiguo socio, Jack Fisher (Brodie), al refugio de montaña en el que se oculta parece anunciar que Jeff ya no hallará refugio en inguna parte.


La música, de Roy Webb, aporta una partitura jazzística propia del género, adecuada y ajustada. Añade un fragmento de una versión instrumental de la sensual canción "The First Time I Saw You". La fotografía, de Nicholas Musuraca ("La mujer pantera", 1942), exhibe texturas sombrías y lúgubres, proyecta sombras, crea composiciones de brillante claroscuro y las imágenes en ocasiones parecen sacadas de una pesadilla (brillos fantasmagóricos). Acentúa los contrastes con panorámicas exteriores (lago, playa...), poco comunes en el cine negro, básicamente urbano.

Acertadamente la obra deja interrogantes en pie, enigmas sin resolver y ambigüedades pendientes de aclaración. Película de culto.
 

Sólo se vive una vez


Sólo existe un Henry Fonda y para desgracia de cualquier cinéfilo que se precie, nos dijo adiós hace ya mucho tiempo. Si bien es cierto que la llegada de Lang a Hollywood venía precedida de una escueta pero estupenda filmografía que le daba ya el estatus de no tener que demostrar nada, su inicio en América vino acompañado de la colaboración de estupendos actores: Tracy (Furia, 1936) y el propio Fonda. En estas primeras cintas, Lang juega con la falsa culpabilidad de sus actores y las drásticas consecuencias que ello conlleva. No necesitó mucho tiempo el director alemán para castigar y poner en tela de juicio esa costumbre tan inhumana como es la de la pena de muerte. Lo que pasa es que la calidad de este director, impedía que esta denuncia se visionara como tal, y nos quedan eso sí, dos grandes películas de cine negro. Esta segunda, con un final más conseguido que el de la primera.




En ambas películas, cohabitaba con el actor principal, un animal bello y de mirada sincera. Se llamaba Sylvia Sydney, y creo que no dejo un ojo seco en las salas de antaño. Sylvia se muestra frágil, pero al mismo tiempo, con un temperamento fuerte, capaz de sacar a su pareja sentimental de cualquier atolladero o secar las lágrimas y sufrimientos de un Fonda fantástico.

Así que sólo necesitamos los dos pares de ojos de los protagonistas para que nosotros podamos leer la película. Una delicia.

Y nos ayuda la cámara de Lang, que siempre sabe donde ponerse, y la hermosa fotografía de Leon Shamroy y la música y unos secundarios que completan esta historia de angustia y sobresaltos.

¡Sólo se vive una vez!

¿A que esperas para verla?


Segunda película americana de Lang, rodada en Hollywood. Fue producida por Walter Wanger, productor independiente ("La diligencia").


La acción tiene lugar en una gran ciudad norteamericana y alrededores en 1936. Narra la historia de Eddie Taylor (Henry Fonda), condenado tres veces por robo, y de su novia Joan Graham (Sylvia Sidney), que trabaja como secretaria del Defensor del pueblo y desde hace 3 años espera la libertad de Eddie para contraer matrimonio con él, convencida de sus buenos sentimientos. Lang construye un drama psicológico que contiene una ácida crítica social. La sociedad en la que se mueve Eddie no confía en él, no cree en la posibilidad de su reinserción, lo estigmatiza, lo excluye del trabajo y le expulsa en plena noche de una pensión en la se había alojado con su mujer. Acusado de un crimen que no ha cometido, es arrestado, juzgado y condenado a muerte por indicios (su sombrero) situados en el lugar del crimen por su antiguo compañero de celda. Lang habla, además, de la imposibilidad de la redención. Pese a los buenos propósitos de Eddie y de su matrimonio con Joan, una muchacha inocente, trabajadora y honesta, el destino le cierra los caminos de la integración. Un tercer tema que aborda Lang es el de la fatalidad que se cierne sobre la vida de personas inocentes, las conduce al fracaso y a la destrucción. Otro tema central de la película es el amor sincero, generoso, incondicional y profundo que une a la pareja, a pesar de la mala suerte, la acumulación de contrariedades y las dificultades que han de afrontar. Lang describe este amor con convicción, ternura y lirismo. La película narra, en suma, una historia de amor que deviene imposible a causa de la fatalidad y de una sociedad cegada por los prejuicios, egoista e injusta.




TÍTULO ORIGINAL You Only Live Once
AÑO 1937




DIRECTOR Fritz Lang
GUIÓN Gene Towne, Graham Baker
MÚSICA Alfred Newman
FOTOGRAFÍA Leon Shamroy (B&W)
REPARTO Henry Fonda, Sylvia Sidney, Barton MacLane, Jean Dixon, William Gargan, Warren Hymer, Margaret Hamilton, Jerome Cowan, Ward Bond, Guinn Williams
PRODUCTORA United Artists


SINOPSIS Un delincuente de poca monta (Henry Fonda), condenado ya tres veces, es acusado de un asesinato que no ha cometido. Aunque consigue escapar de la cárcel, la fatalidad le impide seguir el camino recto, a pesar de contar con el apoyo de una mujer que le ama.
CRÍTICAS ----------------------------------------
En su segunda película americana, Fritz Lang ya da muestras de su habilidad para contar historias en las que el amor y el destino, en forma de acusación de un crimen no cometido, se disputan el futuro de un hombre. Estupendos Fonda y Sidney para una película sólida, dramática y muy intensa.
----------------------------------------
"Las bellísimas imágenes de Lang desbordan lirismo para crear un sobrecogedor retrato social, un feroz alegato en nombre de la dignidad y una película inmensa, inolvidable." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
----------------------------------------

La música acompaña la acción acentuando los elementos trágicos y exaltando los momentos líricos. La fotografía desarrolla una narración visual brillante y conmovedora. En torno a los protagonistas crea un clima de opresión y ahogo, mediante la dosificación de la luz, la potenciación del claroscuro, la proyección de sombras claustrofóbicas y el encuadre desde abajo del muro de cierre y la caseta de vigilancia del recinto carcelario. El guión contiene expresiones conmovedoras ("Tenemos derecho a ser felices", en boca de Joan), una definición ajustada de los dos protagonistas y un giro gradual de Joan desde su optimismo inicial hasta la profunda tristeza que la embarga hacia el final. La interpretación de Fonda es excelente y la de Sidney sobresale por la fragilidad y el candor que la actriz trasmite al personaje. La dirección construye un melodrama de profundas resonancias trágicas.

Película de cine negro que, en muchos aspectos, anticipa las características del género de sus años de esplendor en los 40. Una obra clásica, que se sitúa entre las más logradas del autor.


El confidente


Todos los grandes directores tienen su personaje icónico que hace sus películas reconocibles desde el primer fotograma en que aparecen, y Melville no iba a ser menos. Esos personajes lacónicos, sucios, de moralidad realmente dudosa, pero que al fin y al cabo se mueven por el honor y la amistad, ya sean interpretados por Belmondo o Delon. Melville, con el paso de los años, está siendo cada vez más reivindicado por cinéfilos y enormes directores de fama mundial como Scorsese, que beben de uno de los maestros de un género tan típicamente europeo como es el film noir, dándole siempre ese toque tan francés que le hace tener una clase y una elegancia en su dirección y en su puesta en escena que pocas veces se consigue igualar.


Bebiendo de grandes clásicos del cine negro americano, como La jungla de asfalto, o Sed de mal, o cualquier obra de Lang, coloca a los personajes ante un debate moral en el que no siempre la elección escogida es siempre la mejor, y para ello se sirve del suspense de una manera brutal, dejando pequeñas pistas que el espectador puede seguir, pero que no hacen más que engañarle, al igual que al protagonista. A pesar de ser asesinos y ladrones, dichos protagonistas se rigen por la lealta y el honor, el anteponer su compañerismo y su honor de amigos antes que de asegurar su vida y delatar a todo el que deba. Esos personajes, que habitualmente pueden parecer fríos, son un torrente de sensaciones y sentimientos en constante cambio durante toda la película, que se ocultan bajo una fachada de frialdad y cinismo, y bajo unas gabardinas que son únicas del cine del maestro francés, un vestuario que siempre cobró especial importancia en su cine. El manejo de la historia por parte del director es magistral, dosificando la acción y distribuyendo los puntos fuertes de la historia en varios clímax que acabarán en un antecedente de los duelos leonianos de una factura impecable.


A pesar de su limpieza y su orden, Melville también realiza un asombroso estudio sobre la violencia, siempre presente en nuestra sociedad, donde es más fácil disparar primero y preguntar después que razonar las cosas y seguir lentos y tediosos procesos judiciales. Como si de un western de Leone o Peckinpah se tratase, todos los personajes saben que tarde o temprano les llegará su hora en un mundo rastrero donde nadie más que tú va a pensar en ti y donde nadie es lo que parece, incluso podría cambiar quien más cercano está a ti. Fue uno de los pocos directores con una facilidad innata para hacernos sentir empatía por los fuera de la ley, siendo la cinta un reflejo sobredimensionado de lo que es nuestra sociedad hoy en día, donde, a más de uno, nos gustaría solucionar los problemas por nuestra mano, una visión pesimista de la vida, pero no por ello menos real.




A la sombra siempre del cine negro estadounidense, Melville es el máximo estandarte del “noir” europeo. Exceptuando su primera etapa que abarca hasta “Quand tu liras cette lettre”, y un par de rarezas (Deux hommes dans Manhattan, Léon Morin, prêtre) el resto de su filmografía rinde tributo a este género.

Lo que define la filmografía de Melville, más que el propio noir, es una visión fatalista que coloca a sus personajes en situaciones de pelígro físico, y sobre todo, de encarnizada lucha moral.




Silien (Jean-Paul Belmondo) dice:

En este oficio se acaba siempre de vagabundo o lleno de agujeros”.





Si bien es cierto que la fotografía extenúa los blancos y negro, todo lo contrario observamos en el tratamiento de los personajes, donde están bañados por el gris moral. Por mucho gángster que sea el personaje, siempre encontraremos en el cine del galo un código de honor que habrá que respetar. Maurice Faugel (Serge Reggiani) y Silien, representan el personaje prototipo de Melville:

Silien no exterioriza sus sentimientos, pero es capaz de todo por un amigo, ya sea un madero o un gángster.”




No considero a Belmondo ni la mitad de bueno de lo que se comenta, pero aquí está ciertamente comedido. Reggiani me parece superior. Sus miradas acompañan el espíritu pesimista que tienen ambos papeles. La mirada de Belmondo sólo se fija en el espejo (algo que comentaré más tarde).




Existe luces y sombras en el guión adaptado por el propio realizador. Mientras que durante todo el metraje no existen explicaciones de más, y toda información se ofrece con la puesta en escena y los diálogos (ya en su inicio, con el encuentro entre Maurice Faugel y Gilbert Varnove, se da una lección de como informar al espectador con sobreentendidos), pero esta melodía se trunca a la hora de esclarecer la trama. En lugar de hacer partícipe al espectador descubriendo los giros en el momento que acontece la acción, mata el clímax narrándolos a través de un personaje. Existe además un segundo giro que sobra, pero que al mismo tiempo nos deja una de las mejores secuencias de toda la película: la última mirada de Belmondo (haciendo de él mismo) a su reflejo. Un pequeño guiño a Michel Poiccard y la Nouvelle Vague.



TÍTULO ORIGINAL Le doulos (The Finger Man)
AÑO 1962




DIRECTOR Jean-Pierre Melville
GUIÓN Jean-Pierre Melville (Novela: Pierre Lesou)
MÚSICA Paul Misraki
FOTOGRAFÍA Nicholas Hayer (B&W)
REPARTO Jean-Paul Belmondo, Serge Reggiani, Jean Desailly, Michel Piccoli, René Lefèvre, Carl Studer, Monique Hennessy, Marcel Cuvelier, Philippe Nahon
PRODUCTORA Coproducción Francia-Italia


SINOPSIS Tras salir de la cárcel, Maurice Faugel asesina a su amigo Gilbert Varnove. A continuación prepara un atraco para el que necesita una serie de herramientas que le proporcionará Silien (Belmondo), un individuo sospechoso de ser confidente de la policia. El robo sale mal, y Maurice, que sospecha que Silien lo ha traicionado, decide ajustar cuentas con él.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"La primera obra maestra de uno de los francotiradores más cautivadores del cine francés. Según la novela de Pierre Lesou, es una gélida radiografía de la mentira. Thriller intenso con aires de tragedia clásica" (Luis Martínez: Diario El País)
----------------------------------------




Más que la llegada, “El confidente” es una película de trayecto, donde el resultado quizá es lo de menos (aunque tampoco es manco en resultados obtenidos). Hasta la meta, Melville ha mostrado aspectos nada apetecibles del ser humano, como la escena donde Silien pega salvajemente a Theresse, o momentos cómicos como el “uniforme” en el metro antes del robo (marcado por esos planos detalles marca Melville que abundan en toda la película), pero ante todo, “El confidente” es el relato de unos personajes que saben que el destino ya está escrito, y no hay acciones sin consecuencias.