El director vienés Otto Preminger firma aquí una maravillosa película en
clave de thriller en el año 1944 (durante la segunda guerra mundial).
Dotada de un brillante y ágil sentido del ritmo narrativo, Preminger se vale de la voz en off del lenguaraz, despótico y esencialmente egoista periodista de artículos de sociedad y programas radiofónicos el inefable Waldo Lydecker (Clifton Webb) quien poco a poco y a través de las investigaciones llevadas a cabo por el autocomplaciente teniente de policía Mark MacPherson (Dana Andrews) describe con absoluto apasionamiento y sutileza lírico descriptiva sus experiencias vitales con la enigmática protagonista Laura (Gene Tierney) durante el largo fin de semana que supone el horizonte temporal de la película y en el que se desarrollan de manera vertiginosa los terribles y reveladores acontecimientos.
Dotada de un brillante y ágil sentido del ritmo narrativo, Preminger se vale de la voz en off del lenguaraz, despótico y esencialmente egoista periodista de artículos de sociedad y programas radiofónicos el inefable Waldo Lydecker (Clifton Webb) quien poco a poco y a través de las investigaciones llevadas a cabo por el autocomplaciente teniente de policía Mark MacPherson (Dana Andrews) describe con absoluto apasionamiento y sutileza lírico descriptiva sus experiencias vitales con la enigmática protagonista Laura (Gene Tierney) durante el largo fin de semana que supone el horizonte temporal de la película y en el que se desarrollan de manera vertiginosa los terribles y reveladores acontecimientos.
Preminger cincela sutiles trazos que describen con absoluta maestría narrrativa los poderosos personajes que llenan la trama.
MacPherson interroga a todos los sospechosos; desde el mencionado Waldo, pasando por un pusilánime playboy Shelby (Vincent Price), pretendiente de Laura y a su vez al amparo de la tía de ésta, Ann Treadwell (Judith Anderson) quien no duda en plantear a su sobrina la conveniencia de que la ceda el "privilegio" de usufructuar los servicios del apuesto playboy, ya que sólo a una persona mala como ella le conviene una persona tan mala y miserable como Shelby, un bala perdida y correveidiles de modelos de segunda.
MacPherson interroga a todos los sospechosos; desde el mencionado Waldo, pasando por un pusilánime playboy Shelby (Vincent Price), pretendiente de Laura y a su vez al amparo de la tía de ésta, Ann Treadwell (Judith Anderson) quien no duda en plantear a su sobrina la conveniencia de que la ceda el "privilegio" de usufructuar los servicios del apuesto playboy, ya que sólo a una persona mala como ella le conviene una persona tan mala y miserable como Shelby, un bala perdida y correveidiles de modelos de segunda.
Incluso la asistenta de hogar de Laura, Bessie es sospechosa de los oscuros acontecimientos de que somos testigos.
Una imagen para el recuerdo del cinéfilo; cuando MacPherson hace una especie de tercer grado a Laura bajo la potente luz cegadora de una lámapara proyectada sobre el bellísmo y delicado rostro de Laura.
Una imagen para el recuerdo del cinéfilo; cuando MacPherson hace una especie de tercer grado a Laura bajo la potente luz cegadora de una lámapara proyectada sobre el bellísmo y delicado rostro de Laura.
Una escena fetiche; cuando MacPherson arroja el albornoz a un
completamente desnudo Waldo mientras esboza una sonrisa burlona no se
sabe bien por qué aunque se intuya el motivo.
Un retrato, un reloj de pared y miles de motivos más para no perderse esta historia intemporal y magistral de la sempiterna historia del cine.
Un retrato, un reloj de pared y miles de motivos más para no perderse esta historia intemporal y magistral de la sempiterna historia del cine.
Críticas como la de Sevadac le hacen a uno tonto. Si bien no quiero leer
crítica alguna hasta haber terminado la mía por no caer en la maliciosa
tentación de ser arrastrado en ideas y pensamientos ajenos, el
atrayente y certero título pudo más que mi quebrantable posición. Dentro
ya, veo como pasan bisturís, pinzas y tijeras diseccionando la película
de manera ejemplar.
Poco queda que decir. Creo que ni Waldo Lydecker, ese personaje charlatán, entrometido y fatuo interpretado magistralmente por Clifton Webb podría añadir un pero más. Aún así voy a intentarlo:
“Laura” posee unas cuantas cualidades que convierten la película en un ejercicio de altura. Sobre todo a nivel interpretativo. El nombrado Webb, una Gene Tierney que usa la ausencia como fuerza; y un detective necrófilo y por tanto, bastante onírico, al que da vida Dana Andrews. Si bien Price consigue una gran interpretación queda un peldaño por debajo de este trío de ases.
Poco queda que decir. Creo que ni Waldo Lydecker, ese personaje charlatán, entrometido y fatuo interpretado magistralmente por Clifton Webb podría añadir un pero más. Aún así voy a intentarlo:
“Laura” posee unas cuantas cualidades que convierten la película en un ejercicio de altura. Sobre todo a nivel interpretativo. El nombrado Webb, una Gene Tierney que usa la ausencia como fuerza; y un detective necrófilo y por tanto, bastante onírico, al que da vida Dana Andrews. Si bien Price consigue una gran interpretación queda un peldaño por debajo de este trío de ases.
Más que el guión, al que siendo francos le vi el plumero en determinados
momentos (me imagino que el tiempo no juega en este aspecto a su
favor), me fascina esa planificación de escenas que Preminger consigue.
Como capta toda nuestra atención un sofá, un cuadro y un detective
soñando. Como desde el principio las horas marcan el camino, como una
bañera y dos hombres se muestran tan sugerentes sin que una pizca de
sexualidad pase por nuestras cochinas mentes (y más conociendo la
ambigüedad sexual de Lydecker) o una invitación a un güisqui barato
donde nada es lo que parece (aunque sabemos que parece lo que no es).
“Laura” es un cuadro, y como tal, cualquier detalle expuesto en él tiene su razón de ser.
“Laura” es un cuadro, y como tal, cualquier detalle expuesto en él tiene su razón de ser.
Por debajo de su apariencia de cine negro Laura es, básicamente, una
historia de amor. Un amor celoso, obsesivo, que acaba (o más bien
empieza) desembocando en un crimen. En este sentido “Laura” tiene
algunos puntos en común con Vertigo, de Hitchcock: en los dos casos
encontramos el mismo elemento de obsesión amorosa, la misma fascinación
por una persona a la que se cree fatalmente desaparecida; y en ambos
casos, también, la supuestamente fallecida vuelve a aparecer de súbito
entre los vivos, dándole un nuevo giro al argumento.
Laura podría ser considerado, también, como un magnifico ejemplo del
cine con el que nos obsequiaba Hollywood en su época dorada. Con todas
sus virtudes, pero también con sus defectos. Entre las primeras se
encuentra, a mi juicio, la fascinación y el glamour que desprende su
protagonista, una Gene Tierney en la cumbre de su belleza (y que triste y
trágica fue su vida, tal como se cuenta en el documental incluido en
los extras del DVD). También habría que señalar elementos tales como la
sobresaliente dirección artística, la espléndida fotografía, la mítica y
evocadora banda sonora, etc.
Y llegados a este punto, me pregunto si una película como Laura tiene algún defecto que se pueda destacar. Pero antes de responder a esta cuestión habría que precisar que esos defectos -si es que los tiene- tendríamos que atribuirlos mayormente a ciertas características y hábitos a los cuales era proclive la industria de Hollywood en aquella época, más a la película en sí considerada como obra individual. Entre ellos podríamos hacer mención, quizá, a un cierto estatismo producido por el peso excesivo de los diálogos en detrimento de la parte visual y de la acción. Con todo, esta preponderancia de los diálogos podría ser considerada, también, como totalmente natural si nos atenemos al origen teatral del argumento en el que está basado el guión. Otro factor que a mi juicio también sería mejorable tiene que ver con cierta sutil artificiosidad que planea sobre toda la película, atribuible básicamente a que –como la mayoría de las películas que se hacían en Hollywood por esa época- fue rodada íntegramente (incluso los exteriores) en decorados de estudio.
TÍTULO ORIGINAL | Laura | |
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AÑO | 1944 | |
DIRECTOR | Otto Preminger | |
GUIÓN | Jay Dratler, Samuel Hoffenstein, Betty Reinhardt (Novela: Vera Caspary) | |
MÚSICA | David Raksin | |
FOTOGRAFÍA | Joseph LaShelle (B&W) | |
REPARTO | Gene Tierney, Dana Andrews, Clifton Webb, Judith Anderson, Vincent Price, Dorothy Adams | |
PRODUCTORA | 20th Century Fox | |
PREMIOS | 1944: Oscar: Mejor fotografía (Blanco & Negro). 5 nominaciones | |
SINOPSIS | El detective Mark McPherson investiga el asesinato de Laura, una elegante y seductora mujer que aparece muerta en su apartamento. McPherson elabora un retrato mental de la joven a partir de las declaraciones de sus allegados. El sugestivo retrato de Laura, que cuelga de la pared de su apartamento, también le ayuda en esta tarea. | |
Magistral clásico del cine negro | ----------------------------------------
"Obra maestra (...) y es que el rostro de Gene Tierney
enamora a tres personajes, a la cámara, a los espectadores, al
acomodador y hasta a las butacas de cine"
(Javier Ocaña:
Cinemanía)
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A pesar de las posible, pero leves, objeciones, hay que reconocer que nos encontramos
ante de una magnifica, además de mítica película. Una película cuyo
elemento central es la irresistible fascinación suscitada por una mujer
de misterioso encanto y belleza. Una criatura que conseguirá hechizar no
solo a los personajes masculinos de la película, sino también al
público de sucesivas generaciones.
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