miércoles, 4 de julio de 2012

Testigo accidental


Los detectives Walter Brown y Forbes (Charles McGraw y Don Beddoe) se dirigen a Chicago para recoger a la viuda de un gánster que va a testificar contra la poderosa organización mafiosa que mato a su marido, al llegar a la dirección indicada se encuentran con una mujer (Marie Windsor) que está custodiada por otro agente, el cual abandona el piso y deja a la mujer a cargo de los 2 detectives.


Al salir del piso, el detective Forbes es asesinado por un matón que se halla escondido entre las sombras de la escalera y consigue huir, por lo que tenemos a Walter apesadumbrado y solo con la mujer decidido a cumplir su misión a toda costa dirigiéndose con la mujer hacia la estación de tren y tomando este con dirección a la corte de Los Ángeles.


A partir de aquí con Walter y la mujer subidos en el tren y la organización mafiosa tratando de encontrar y matar a la viuda del gánster, tenemos un magnifico, trepidante y absorbente thriller ferroviario, en base a que nada es lo que parece y que tan solo vamos sabiendo lo que va conociendo Walter a lo largo del viaje, vamos descubriendo a los integrantes de la organización, sospechamos de los mismos viajeros al mismo tiempo que él y nunca estamos seguros de nadie, ni siquiera de que Walter no acabe aceptando los 30.000 dólares con que ha sido tentado por uno de los mafiosos que se identifica ante él como tal (hay una breve escena de apenas 2 segundos en la oficina de telégrafos que con solo un toque de bolígrafo sobre una nota y una mirada al vacio, es toda una lección de virtuosismo cinematográfico)



Un guion magníficamente estructurado (Martin Goldsmith y Jack Leonard nominados al Oscar en su edición de 1953), soberbia, innovadora (abundantes tomas cámara en mano, recurso prácticamente inédito en la época) y recia dirección por parte del ecléctico y singular maestro Richard Fleischer (rodada en 13 días, sin florituras ni tonterías, al grano y dejando correr la acción), buenos y contundentes diálogos (los de Marie Windsor son para enmarcar) y un trabajo actoral rayano en la perfección, entre los que aparte de a un excelente Charles McGraw, no puedo evitar mencionar a mi admirada y sensual Marie Windsor (la cantante de cabaret de aquella joyita de Edward Dmytryk titulada “The Sniper 1952” y la astronauta de la psicotronica “Las mujeres gato de la luna 1953” entre muchas otras) que cada vez que asoma en pantalla es rodo un deleite para los sentidos (presencia física y líneas de dialogo), nos dan como resultado toda una joyita de serie B que esta muchos peldaños por encima de muchas otra producciones de cine negro mucho más conocidas y con mayor presupuesto.Rodada en 1950, no fue estrenada hasta 1953 a causa de que Howard Hugues (producida por RKO, compañía de la que era propietario) ordeno que le dejaran el copión para ver en privado lo que había oído que era una buena película y se quedo olvidada más de un año en su sala privada de proyección (teniendo en cuenta las “particularidades” de Mr. Hugues suena hasta cierto punto perfectamente plausible).



Por último, señalar que en 1990 Peter Hyams realizo un remake de titulo homónimo con Gene Hackman y Anne Archer que aunque entretenida y correcta no logra trasmitir las sensaciones de esta que nos ocupa.


TÍTULO ORIGINAL The Narrow Margin
AÑO 1952




DIRECTOR Richard Fleischer
GUIÓN Earl Felton (Historia: Martin Goldsmith, Jack Leonard)
MÚSICA
FOTOGRAFÍA George E. Diskant (B&W)
REPARTO Charles McGraw, Marie Windsor, Jacqueline White, Gordon Gebert, Queenie Leonard, David Clarke, Peter Virgo
PRODUCTORA RKO Radio Pictures
PREMIOS 1952: Nominada al Oscar: Mejor historia


SINOPSIS En un momento de gran auge del poder de la mafia, Walter Brown debe acompañar a una mujer para que testifique en un juicio en Los Ángeles. Ella es la viuda de un gángster que ha sido asesinado. La Mafia, sin embargo, está dispuesta a evitar la comparecencia de la mujer al precio que sea.



Estupendo “thriller” de “serie-b” realizado durante el periodo en el que Fleischer se curtió como director antes de dar el salto a la primera división. Tenso y emocionante, con un ritmo que no decae y sabiendo hacer de la necesidad virtud. Saca petróleo del claustrofóbico escenario, usando con inteligencia la angostura de los pasillos y las portezuelas como escape y desahogo(casi con técnicas del vodevil aplicadas al policiaco) para un clima de amenaza que nunca decrece. Obliga a los personajes a respirarse bien de cerca y aprieta las tuercas de la presión persecutoria y la imposibilidad de fuga, con una cámara inquieta, que empuja sin perder detalle ni dar respiro a la acción, y una planificación cerrada y agobiante. Buena fotografía y sensacionales diálogos vibrantemente escupidos por Marie Windsor (una mezcla lenguaraz de Ida Lupino y Gloria Grahame en un mal día) y el hosco Charles McGraw (el brutal entrenador de gladiadores de “Espartaco”) con su cara tallada en madera y esa voz como un puñado de clavos. Inteligente, trepidante, un punto tramposa (con ese giro sorprendente de señuelos e identidades cambiadas) y repleta de soluciones visuales ingeniosas (la pelea en el minúsculo baño con la cámara encima de los actores o el tiroteo a través de una puerta usando el reflejo en una ventana para controlara la posición del villano). Puro cine de consumo, honesto y profesional.

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