sábado, 14 de julio de 2012

La dama de Shanghai

Un guión complejo, cómo toda película de cine negro que se precie, sostenido en ocasiones por finos hilos argumentales, pero servido con la sabiduría de un Welles que de nuevo vuelve a moldear la imagen con un gusto barroco que no deja de atraparnos. La mítica de Hollywood cuenta que Welles estaba buscando dinero para montar una obra de teatro y que decidió llamar al despótico Harry Cohn, dueño de la Columbia, ofreciéndole una película. Cuando Cohn le preguntó sobre el proyecto, Welles le dio el título de una novela barata que había en el kiosco, y de ese material de desecho salió una de las películas más fascinantes del maestro que, en aquel entonces, terminaba su tormentoso matrimonio con Rita Hayworth. 


La mítica Gilda realiza aquí realmente su primer papel de femme fatale. A diferencia del recordado personaje, la maldad de Elsa Bannister no es aparente, sino el único modo de sobrevivir en ese nido de víboras que nos muestran (fascinante la presentación de Rita: Un primer plano de su rostro, fotografiado por la turbia mirada de Charles Lawton Jr, que pica para terminar en el plano de un perro negro, casi diabólico...). Para conseguir esta transformación, Welles da una vuelta más de tuerca, casi una herejía: cortar su famosa cabellera pelirroja (un año antes había hecho la mítica “Gilda” que la había convertido en la sex symbol de los años 40) y teñirla de un rubio platino. Con estos cambios y la mano maestra de su marido, Rita Hayworth hará una interpretación de altura, llena de matices, pero siempre recorrida por una maldad que no la abandona ni en los instantes de amor; pero aún así tan fascinante que quedamos presos del delirio que su presencia provoca. A su lado, Everett Sloane, abogado criminalista y en su debilidad (está tullido), un tiburón de dientes afilados. Ese terceto maléfico se completa con Glenn Anderrs, en una actuación sorprendente, delirante, como hermano de Sloane que teme que llegue el fin del mundo por lo que hace una alucinante oferta a Welles, que interpreta aquí a un marinero irlandés, casi un maestro de ceremonias, pues pese a lo que ha vivido en ningún momento olfatea el peligro que encierra esta historia tan turbia y morbosa.


La imagen final con que se cierra esta película ha pasado con justicia a la historia del cine al ser una secuencia tan fascinante como compleja en su juego de apariencia y realidad, pero de maldad multiplicada hasta el infinito. Incomprensiblemente, con esta obra maestra Welles iniciará su peregrinaje por Europa para poder realizar el cine que él quería; no volverá a Hollywood hasta diez años después para rodar “Sed de mal”.


"La dama de Shanghai" fue en su día un fracaso de crítica y de público. Hoy en día está considerado por algunos como una obra maestra. Pues ni una cosa ni otra. "La dama de Shanghai" es una obra menor en la trayectoria de Welles, muy inferior a "Ciudadano Kane", "El cuarto mandamiento" o "Sed de mal", que sin embargo contiene algunas secuencias y planos de primera calidad y algunos diálogos y monólogos (la voz de off de Welles es muy ingeniosa) de lo mejor de la época.
Welles intentó una película de cine negro tan habituales en la época de los años 40 con el atractivo de su mujer (aunque llevaban dos años sin hablarse y estaban a punto de obtener el divorcio) una bellísima Rita Hayworth, que aunque no está como en "Gilda" evidentemente, hace una interpretación más que aceptable. Sin embargo la jugada le salió mal y tuvo que emigrar a Europa para relanzar su carrera. Welles gana mucho en los diálogos y lo pierde dando mamporros a diestro y siniestro en ciertas partes del film que no resultan muy verosímiles. No cabe duda que estamos ante una de esas películas de grandes momentos pero que en conjunto baja bastante.
 
 
Una buena película, que con la firma de Welles, la presencia de la Hayworth más alguna escena mítica (por ejemplo la final de los espejos) ha hecho con el tiempo que se sobrevalore un tanto.
 

La película tiene dos partes diferenciadas, la primera parte mientras están en el barco tiene un gran nivel, bajando paulatinamente a medida que la historia se embrolla, pudiendo ser calificada por momentos la historia de espesa. El plano final de Welles alejándose en el parque de atracciones con la voz en off hablando de como superar la pérdida de la Hayworth es una de las declaraciones de amor más bonitas de la historia del cine.

 Orson Welles dirige y protagoniza esta cinta, catalogada como un clásico del cine negro. Le acompaña la sensual, sobrepasada por el mito, Rita Hayworth, en el papel de mujer fatal. Welles interpreta a Michael O'Hara, un hombre corriente, experimentado en la vida, y que entiende de barcos, al que le llega la oferta de formar parte de la tripulación de uno, propiedad de Arthur Bannister (Everett Sloane), casado con Elsa (Rita Hayworth). Entre los tres personajes, y alguno más, no hay que olvidarse de George Grisby (Glenn Anders), socio de Bannister en el bufete, crearán una maraña de turbios engaños, amores, intrigas y asesinatos, resumidos en una parábola relatada por Michael a sus compañeros: como tiburones hambrientos...


La película está rodada excelentemente. Las tomas mostradas a ras de suelo son de gran talento. Hay escenas para quitarse el sombrero: una conversación entre los personajes protagonistas durante una noche de 'lingotazos' en una excursión; la escena del acuarium; y por supuesto la grandiosa y archicomentada escena de los espejos, sólamente puede ser producto de la mente de un excelente director, como es Welles.
Parte de la película está narrada por el O'Hara, y aunque es difícil acertar en el ritmo mezclando narración con diálogos, Welles lo consigue excelentemente, dando un ritmo perfecto al film.

Qué decir de las portentosas interpretaciones, todos están estupendos, tanto que, en mi opinión, no sobresalen en exceso Rita y Orson, están todos a un grandísimo nivel.


Algunas frases que se te quedan clavadas, siempre recordadas en la escena precisa, claro:

"Ya te dije que no sabes nada de la vida" (Elsa a Michael cuando él se hace un importante ofrecimiento)
Tampoco tiene ningún desperdicio el diálogo de Grisby y Michael, cuando el primero realiza su petición. Comienza así: (G) "Crees que el mundo durará eternamente", (M) "Supongo que no. Si tuvo un comienzo también tendrá un final"



SINOPSIS Michael O'Hara (Orson Welles), un marinero irlandés, entra a trabajar en un yate a las órdenes de un inválido casado con una mujer fatal (Rita Hayworth) y queda atrapado en una maraña de intrigas y asesinatos.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Una de las mejores película de Welles (...) inquietante, morbosa, trágica" (Carlos Boyero: Diario El Mundo)
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TÍTULO ORIGINAL The Lady From Shanghai
AÑO 1947




DIRECTOR Orson Welles
GUIÓN Orson Welles (Novela: Sherwood King)
MÚSICA Heinz Roemheld
FOTOGRAFÍA Charles Lawton Jr. (B&W)
REPARTO Rita Hayworth, Orson Welles, Everett Sloane, Glenn Anders, Ted de Corsia, Erskine Sanford, Gus Schilling, Carl Frank, Louis Merrill, Evelyn Ellis, Harry Shannon
PRODUCTORA Columbia Pictures

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