CINE NEGRO
lunes, 16 de febrero de 2015
lunes, 20 de agosto de 2012
Los intocables de Eliot Ness
Maravillosa película, estética y plásticamente es un placer para los
sentidos, es una total puesta al día del cine del hampa, de los buenos
incorruptibles y de los malos sin compasión, el cine dónde como en los
westers tenemos a un héroe que tiene que luchar contra toda una ciudad
corrupta, así planteado no tiene nada de novedoso recordándonos a
muchas películas del hampa o a los seriales pulp fiction, pero el mérito
de la cinta y lo que hace que perdure es su agilidad narrativa, una
banda sonora maravillosa, un reparto de lujo y un director que es todo
un estudioso en cuanto a cine se refiere.
Y no es nuevo que De Palma imite a grandes clásicos, pero lo hace de una manera elegante ya que siempre homenajea a los grandes pensadores de la historia del cine, como hoy en día hace Pixar con sus películas o Tarantino y aquí se supera en una historia de buenos y malos, de los incorruptibles contra los corruptos.
La película da lo que se espera de ella en todo momento, acción bien
dosificada (y afortunadamente muy violenta), un poco de drama y una
ambientación de primer orden en el que no se descuida ni un solo
detalle, es lo que podíamos llamar cine comercial de calidad, un
entretenimiento que con los años va adquiriendo el título de clásico
gracias a la simpatía o antipatía que desprenden sus personajes ya que
son o muy buenos o maléficamente malos (y es que parecen sacados de un
cómic) y la acción es llevada al límite, pero al espectador eso le da
igual, ya que se digiere este producto con tanta facilidad que pasa en
un respiro contemplando escenas inolvidables como la del tiroteo de la
escalera o Robert de Niro luciendo como Al Capone.
Sin duda se beneficia de una mítica banda sonora del gran Morricone y de
una acertada dirección por parte de DePalma (recordar escenas
tensísimas como aquella en la que un matón se mete en casa de
Malone-Connery- o la memorable escena del carrito cayendo escaleras
abajo).
“Los intocables” no tiene un gran guión, pero si buenas interpretaciones, y buena dirección.
La mejor interpretación de la película es la de Sean Connery, como guardia de origen escocés que vive en Norteamérica. Connery trae un elemento humano al personaje; el parece haber tenido una leyenda previa a su trabajo en “Los Intocables” y cuando esta en escena nos damos cuenta, brevemente, que durante los años 20´s vivían gentes, no caricaturas.
La Warner Brothers había ya rodado varias películas sobre Al Capone. Solo que se sacrifico autenticidad en pos de mas espectacularidad.
“Chicago años 30´s” y “Érase un vez en America” son buenas obras. Pero definitivamente no puedo olvidar la serie de tele visón que dio origen a esta película de Brian de Palma, en la cual vimos a un Sean Connery como un verdadero hombre “intocable”.
TÍTULO ORIGINAL | The Untouchables |
---|---|
AÑO | 1987 |
DIRECTOR | Brian De Palma |
GUIÓN | David Mamet |
MÚSICA | Ennio Morricone |
FOTOGRAFÍA | Stephen H. Burum |
REPARTO | Kevin Costner, Sean Connery, Robert De Niro, Andy García, Charles Martin Smith, Billy Drago, Patricia Clarkson, Brad Sullivan, Del Close, Michael Byrne, Richard Bradford, Clem Caserta |
PRODUCTORA | Paramount Pictures / Art Linson Production |
PREMIOS | 1987: Oscar: Mejor actor secundario (Sean Connery). 4 nominaciones |
SINOPSIS | Chicago, años 30. Época de la Ley Seca. El idealista agente federal Eliot Ness persigue implacablemente al gángster Al Capone. La falta de pruebas le impide acusarlo de asesinato, extorsión y comercio ilegal de alcohol, pero encontrará un medio para inculparlo por otra clase de delitos. |
CRÍTICAS |
---------------------------------------- "Popular película dirigida con maestría (...) Con un impecable estilo y ritmo visual (...) evocadora música de Ennio Morricone (...) Imprescindible." (Fernando Morales: Diario El País) ---------------------------------------- |
Etiquetas:
Andy García,
Brian De Palma,
Charles Martin Smith,
Kevin Costner,
Robert De Niro,
Sean Connery
Contra el imperio del crimen
Reivindicable obra de cine negro a cargo del siempre competente William
Keighley y protagonizada por el nunca suficientemente alabado James
Cagney, un grande de entre los grandes. Su mera presencia ya llena la
pantalla mucho más que cualquier gran puesta en escena o cualquier labor
de dirección, por muy virtuosa que ésta sea. Pero en este caso en
concreto, a la poderosa interpretación de Cagney hay que sumarle una
historia atractiva, unos personajes bien definidos y ricos en matices y
un montaje absolutamente trepidante con unas escenas de acción
verdaderamente arrolladores que, por su enorme poderío visual, harán las
delicias del personal sin demasiado dificultad.
Esta obra de cine negro posee
las suficientes virtudes como para sobresalir de entre el resto de sus
coetáneas por méritos propios. El aspecto que más me ha llamado la
atención es la dureza y violencia de las escenas de acción. Hay pocas a
lo largo del metraje, y son cortas, pero poseen una intensidad realmente
avasalladora. Repasando detalles como éstos (y muchos otros), no puedo
evitar pensar que el cine de acción actual ha perdido completamente el
norte en todos los sentidos posibles. Ya no tenemos ni grandes escenas
de acción, ni personajes carismáticos, ni historia atractivas, ni tan
siquiera diálogos decentes...
El
montaje es otro de los puntos sobre los que habría que detenerse para
dar un par de apuntes. Sorprende lo trepidante del mismo para un
filme tan aparentemente convencional como éste. Los acontecimientos se
suceden a una velocidad casi vertiginosa, y el acentuadísimo ritmo que
imprime el montaje se traduce en que en tan sólo poco más de una hora y
veinte minutos de metraje nos da tiempo a presentar a un buen número de
personajes y conflictos, a visitar varias ciudades norteamericanas (con
sus bajos fondos incluidos), a contemplar la evolución del FBI en
materia legislativa, a disfrutar con los métodos de los CSI de la época
(idénticos a los actuales) y, por si no fuera suficiente, a contemplar
la genial interpretación de James Cagney. Muy destacable el uso de los
titulares de periódicos para contextualizar los acontecimientos que van
teniendo lugar a lo largo de la historia y su repercusión dentro de la
sociedad estadounidense.
"Contra el imperio del crimen" es un filme que disfrutarán (y mucho) todos aquellos seguidores del cine negro. No debiéramos pasar por alto que varios pesos pesados del género como son James Cagney y el director, Keighley, participan en el filme. Gracias a un gran guión, a unas sólidas interpretaciones y a un empleo del montaje cinematográfico fuera de lo común, esta recreación del trabajo de los "hombres G" es un ejercicio superlativo del cine de gánsteres que cuenta en su haber con unas de las escenas de acción más inspiradas que un servidor haya podido ver un filme de corte clásico como éste.
TÍTULO ORIGINAL | 'G' Men |
---|---|
AÑO | 1935 |
DIRECTOR | William Keighley |
GUIÓN | Seton I. Miller (Novela: Darryl F. Zanuck) |
MÚSICA | Sammy Fain, Leo F. Forbstein, M.K. Jerome, Bernhard Kaun, Harry Warren |
FOTOGRAFÍA | Sol Polito (B&W) |
REPARTO | James Cagney, Margaret Lindsay, Ann Dvorak, Robert Armstrong, Barton MacLane, Lloyd Nolan, William Harrigan, Russell Hopton, Edward Pawley, Noel Madison, Monte Blue, Regis Toomey, Addison Richards, Harold Huber, Raymond Hatton |
PRODUCTORA | Warner Bros. Pictures / First National Pictures |
PREMIOS | 1935: Nominada al Oscar: Mejor historia |
SINOPSIS | Un abogado abandona su profesión para convertirse en agente del gobierno con la intención de descubrir al asesino de su mejor amigo. Las primeras investigaciones le conducen hasta un gángster que fue compañero suyo de la infancia. Mientras resuelve el caso, en escena aparece la hija de su jefe, de la que se enamora locamente. |
Etiquetas:
Ann Dvorak,
James Cagney,
Margaret Lindsay,
Robert Armstrong,
William Keighley
sábado, 18 de agosto de 2012
Noche en la ciudad
Basada en la novela de Gerald Kersh, fue dirigida por Jules Dassin antes
de ser sancionado por el ominoso Comité de Actividades Antiamericanas.
Se rodó en London Film Studios, de Shapperton (RU) y en las calles de
Londres.
La acción tiene lugar en los años posteriores a la II GM (1948/49).
Narra la historia de un vividor nortreamericano, Harry Fabian (Richard
Widmark), que lleva años en Londres (desde 1931). Trabaja a comisión
como captador de clientes para un club nocturno, el Silver Fox Club,
donde actúa como cantante su novia, Mary Bristol (Gene Tierney).
Ambiciona encontrar la oportunidad de ganar mucho dinero y convertirse
en persona influyente en el submundo de la noche londinense. Cuando cree
haberla encontrado y trata de realizarla, los capos que dominan el
imperio delictivo de la ciudad deciden eliminarle. La película, uno de
los mejores films de Jules Dassin, aporta varias líneas de reflexión. En
primer lugar, Fabian se mueve en busca de un golpe de fortuna impulsado
por un deseo compulsivo de riqueza y poder. No actúa racionalmente, no
tiene una estrategia, no dispone de recursos suficientes, sus aptitudes
personales son limitadas. Las ambiciones le roen el alma y le mueve una
fuerza irracional que no domina ni controla. Atrapado entre la ambición y
la acción compulsiva, Harry se ve en la necesidad de embaucar, engañar,
mentir, traicionar y agraviar, en una espiral que alcanza a todas sus
amistades, incluída su novia Mary. El fracaso de su último, desesperado y
torpe intento de ganar mucho dinero, le lleva a una huída desesperada,
angustiosa, interminable y sobrehumana. Son éstas las secuencias más
intensas y más emotivas de la obra. Pocas veces el cine ha captado mejor
la persecución de un hombre vista desde la perspectiva de éste, sumido
en el agotamiento, la soledad, el pánico, el terror y la desesperación.
La música, de Franz Waxman, aporta la emoción de una música orquestal
con predominio del metal y el viento, que estremece con estrofas
atonales y armonías distorsionadas, de gran efectividad. La fotografía
utiliza encuadres similares a los de Welles. La cámara usa ángulos
torturados, sombras inmensas, un claroscuro muy brillante y un dibujo
neoexpresionista de gran belleza visual. El guión define muy bien la
figura del protagonista y la de los personajes que pueblan su entorno.
Mary es la única que encarna la bondad en un mundo de malvados. La
interpretación de Widmark es una de las más sobresalientes de su
carrera. Se acompañan excelentes vistas de Trafalgar Square, Picadilly
Circus, etc. El director vuelca en la película el desconcierto, el
aturdimiento y el dolor que invaden su espíritu por la obligada marcha
de EEUU y las oscuras perspectivas del proceso político que se sigue
contra él en la detestable "Caza de brujas".
Obra clásica del cine negro. Incluye una de las mejores y más trágicas
secuencias de persecución de un hombre. Cine de la mejor calidad, hecho
para degustar con parsimonia y deleite.
Si quieren ver qué es dirigir, vean esta película. Sin ser un gran guión
quizás, sin ser una cinta auténticamente definitiva, la peli se aleja
de tópicos y constituye un ejemplo extraordinario del trabajo de un
artesano de primera línea, capaz de contar y expresar a través de la
puesta en escena. Los personajes de esta película se configuran y
definen a través de la imagen; sus miedos, anhelos y recelos. Sus planes
y ardides constantes.
Widmark es un espabilado, un granuja, un buscón de cine negro. Un tipo
con el destino tatuado en la frente, que se intuye condenado desde la
primera escena. La película retrata su caída libre y su desesperado
pataleo, fruto de una ambición desmedida que alimenta sus actos.
Con cintas así, con un dominio tan preciso e imaginativo de los resortes
cinematográficos, la historia más o menos trillada, las soluciones más o
menos tópicas o lo cansado que estés de ver cine negro pasa a un
segundo plano. Sólo queda Dassin y su magnífica manera de dirigir. Su
forma redonda de configurar una narrativa que arrastra al espectador,
mediante planos perfectos, al mismo precipicio al que se lanza el
protagonista a tumba abierta. De verdad, no se queden con la historia,
no se queden con el entretenimiento. Busquen en cada plano el aliento de
un escultor de imágenes, alguien que modela planos, no sólo los graba
para mayor gloria de un guión. La imagen revela tanto o más que las
palabras, nos sensibiliza y nos hace vulnerables ante el destino del
protagonista.
Típica muestra de cine negro (quizás sin los elementos negros más
clásicos, pero sí con un frenético tono de engaño constante y cinismo
típico del film noir), cine urbanita y crispado. Claroscuro en blanco y
negro, como debe ser. Primeros planos de frentes sudorosas y cejas
arqueadas y pesimistas como el tono de la cinta. Caos, furia y ambición.
Sospechas palpitando en los callejones y alcantarillas…
TÍTULO ORIGINAL | Night and the City |
---|---|
AÑO | 1950 |
DIRECTOR | Jules Dassin |
GUIÓN | Jo Eisinger (Novela: Gerald Kersh) |
MÚSICA | Benjamin Frankel |
FOTOGRAFÍA | Max Greene (B&W) |
REPARTO | Richard Widmark, Gene Tierney, Googie Withers, Hugh Marlowe, Francis L. Sullivan, Herbert Lom, Stanislaus Zbyszko, Mike Mazurki, Charles Farrell, Ada Reeve, Ken Richmond |
PRODUCTORA | 20th Century Fox |
SINOPSIS | Harry Fabian trabaja a comisión como gancho de un club, pero es ambicioso y sueña con hacerse independiente. Para conseguirlo no dudará en embaucar al campeón del mundo de lucha greco-romana para que se enfrente a su hijo Kristo, que controla la lucha en Londres. |
CRÍTICAS |
---------------------------------------- Jules Dassin se fue de Hollywood tras la "caza de brujas" en 1949. "Night and the City" es su primera película inglesa tras su marcha de Norteamérica. Tiene 2 versiones; la americana tuvo diferente música -de Franz Waxman- y diferente edición. ---------------------------------------- "Una de las mejores películas de Dassin" (Augusto M. Torres: Diario El País) ---------------------------------------- |
Etiquetas:
Gene Tierney,
Googie Withers,
Hugh Marlowe,
Jules Dassin,
Richard Widmark
lunes, 13 de agosto de 2012
Extraños en un tren
Coleccionista de virtudes en lo principal, Hitchcock no pudo evitar un
pequeño defecto en lo secundario. Y ni aún así se le puede echar en
cara, en tanto que provenía del exterior. Concretamente, del sistema de
Hollywood.
Este defecto no es otro que el cliché moral.
El maestro ya lo había padecido en dos películas anteriores a ésta. Los efectos de este incómodo invitado suelen convertir al film en previsible, pero aquéllos son más graves cuando afectan al valor dramático y la profundidad semántica de la película.
“Extraños en un tren”, con su potente imaginación visual y un primer tercio brillante, no pudo evitar su molesta incidencia. Guy, en la novela original, es efectivamente culpable: sucumbe a la presión y comete el asesinato. Toda la carga semántica y tensional del libro se basaba en este hecho: cualquier hombre es un asesino potencial, el dilema moral del egoísmo contra los principios, la circustancia arrebatadora de la máscara. Lo que el prota se encuentra en el tren son sus monstruos llamando a la puerta.
Guy, en la película, no sólo no es un asesino, sino que es un héroe: acude en ayuda del padre de Bruno. El tormento interior se cambia por simple sufrimiento debido a la presión externa, al no permitir que Granger fuese un criminal. En el film, Guy es un santiño y esto reduce ligeramente el interés. Es curioso comprobar cómo incluso la calidad de las escenas es mayor en la parte fiel a la novela: no hay más que comparar la escena inicial o la memorable persecución por el parque con la escena final o la del partido de tenis.
Magnífica cinta de Alfred Hitchcock, sin llegar al nivel de obra maestra como otras de sus muchas películas. “Extraños en un tren” adaptación de una novela de Patricia Highsmith, está basada en la idea de un crimen sin móviles, sencillamente un crimen perfecto: dos desconocidos acuerdan asesinar cada uno al enemigo del otro y así proporcionarse una coartada infalible.
Guy (Farley Granger) tenista famoso, coincide en un viaje en tren con Bruno (Robert Walker, el cual realiza una actuación portentosa) alcohólico, con problemas edípicos, narcisista y homosexual latente, éste último conoce al dedillo la vida del tenista por las revistas, sabiendo así que desea divorciarse de su mujer infiel y poder casarse con la hija de un senador, para lo que le propone un plan a simple vista perfecto: intercambiar los papeles. Bruno liquidará a la mujer de Guy, y éste hará lo mismo con el padre de Bruno, al que odia, y poder quedarse con la herencia. Y aunque Guy rechaza tan absurdo plan e intenta olvidarlo, Bruno realiza su parte con verdadera sangre fría, y le reclama al horrorizado Guy que cumpla con el suyo.
Hitchcock, maestro del suspense, aquí lo es más por la técnica narrativa. En esta cinta el maestro Hitchcock vuelve a uno de sus temas preferidos: el hombre inocente acusado de un crimen que no ha cometido y el ciudadano aparentemente modélico tras el que se esconde un asesino. La originalidad de la película reside en que el inocente no es perseguido por la policía, sino por el verdadero asesino. El maestro nos recuerda que cualquier cosa de la vida cotidiana puede causarte graves problemas o incluso la muerte: Una ducha, una canción, un pájaro o, en este caso, un desconocido que se sienta a tu lado en un tren.
El ritmo del film no es siempre constante, y se nota mucho más cuando no tenemos en escena a Robert Walker, verdadero artífice de todas las escenas míticas de la película, que las hay. En resumen un film que se deja ver muy gratamente y del que debemos hacer notar la excelente fotografía de Robert Burks.
Este defecto no es otro que el cliché moral.
El maestro ya lo había padecido en dos películas anteriores a ésta. Los efectos de este incómodo invitado suelen convertir al film en previsible, pero aquéllos son más graves cuando afectan al valor dramático y la profundidad semántica de la película.
“Extraños en un tren”, con su potente imaginación visual y un primer tercio brillante, no pudo evitar su molesta incidencia. Guy, en la novela original, es efectivamente culpable: sucumbe a la presión y comete el asesinato. Toda la carga semántica y tensional del libro se basaba en este hecho: cualquier hombre es un asesino potencial, el dilema moral del egoísmo contra los principios, la circustancia arrebatadora de la máscara. Lo que el prota se encuentra en el tren son sus monstruos llamando a la puerta.
Guy, en la película, no sólo no es un asesino, sino que es un héroe: acude en ayuda del padre de Bruno. El tormento interior se cambia por simple sufrimiento debido a la presión externa, al no permitir que Granger fuese un criminal. En el film, Guy es un santiño y esto reduce ligeramente el interés. Es curioso comprobar cómo incluso la calidad de las escenas es mayor en la parte fiel a la novela: no hay más que comparar la escena inicial o la memorable persecución por el parque con la escena final o la del partido de tenis.
Magnífica cinta de Alfred Hitchcock, sin llegar al nivel de obra maestra como otras de sus muchas películas. “Extraños en un tren” adaptación de una novela de Patricia Highsmith, está basada en la idea de un crimen sin móviles, sencillamente un crimen perfecto: dos desconocidos acuerdan asesinar cada uno al enemigo del otro y así proporcionarse una coartada infalible.
Guy (Farley Granger) tenista famoso, coincide en un viaje en tren con Bruno (Robert Walker, el cual realiza una actuación portentosa) alcohólico, con problemas edípicos, narcisista y homosexual latente, éste último conoce al dedillo la vida del tenista por las revistas, sabiendo así que desea divorciarse de su mujer infiel y poder casarse con la hija de un senador, para lo que le propone un plan a simple vista perfecto: intercambiar los papeles. Bruno liquidará a la mujer de Guy, y éste hará lo mismo con el padre de Bruno, al que odia, y poder quedarse con la herencia. Y aunque Guy rechaza tan absurdo plan e intenta olvidarlo, Bruno realiza su parte con verdadera sangre fría, y le reclama al horrorizado Guy que cumpla con el suyo.
Hitchcock, maestro del suspense, aquí lo es más por la técnica narrativa. En esta cinta el maestro Hitchcock vuelve a uno de sus temas preferidos: el hombre inocente acusado de un crimen que no ha cometido y el ciudadano aparentemente modélico tras el que se esconde un asesino. La originalidad de la película reside en que el inocente no es perseguido por la policía, sino por el verdadero asesino. El maestro nos recuerda que cualquier cosa de la vida cotidiana puede causarte graves problemas o incluso la muerte: Una ducha, una canción, un pájaro o, en este caso, un desconocido que se sienta a tu lado en un tren.
El ritmo del film no es siempre constante, y se nota mucho más cuando no tenemos en escena a Robert Walker, verdadero artífice de todas las escenas míticas de la película, que las hay. En resumen un film que se deja ver muy gratamente y del que debemos hacer notar la excelente fotografía de Robert Burks.
TÍTULO ORIGINAL | Strangers on a Train |
---|---|
AÑO | 1951 |
DIRECTOR | Alfred Hitchcock |
GUIÓN | Raymond Chandler & Czenzi Ormonde (Novela: Patricia Highsmith) |
MÚSICA | Dimitri Tiomkin |
FOTOGRAFÍA | Robert Burks (B&W) |
REPARTO | Farley Granger, Ruth Roman, Robert Walker, Leo G. Carroll, Patricia Hitchcock, Howard St. John, Laura Elliott, Marion Lorne |
PRODUCTORA | Warner Bros |
PREMIOS | 1951: Nominada al Oscar: Mejor fotografía (Blanco & Negro) |
SINOPSIS | Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer de Guy (que no quiere concederle el divorcio) y, a cambio, Guy debería asesinar al padre de Bruno para que éste pudiera heredar una gran fortuna y vivir a su aire. |
Etiquetas:
Alfred Hitchcock,
Farley Granger,
Leo G. Carroll,
Robert Walker,
Ruth Roman
martes, 24 de julio de 2012
Dana Andrews
Dana Andrews en Laura
Carver Dana Andrews nació en una granja de Collins (Condado de Covington, Misisipi,
EE. UU.). Era el tercero de los trece hijos que tuvo el reverendo
baptista Charles Forrest Andrews y su mujer Annis. La familia se
trasladó a Huntsville (Texas). Allí el joven Carver acabaría sus estudios y estudiaría administración en Houston, trabajando durante una temporada en la empresa Gulf & Western.
En 1931, Dana viaja a Los Ángeles, California para buscar oportunidades como cantante. Trabajó en diferentes trabajos para sobrevivir como dependiente en una gasolinera en Van Nuys a la espera de una oportunidad. ésta le llegó gracias a uno de sus clientes que le pagó las clases de ópera y del Pasadena Playhouse, una prestigiosa escuela de arte dramático. En 1940, Andrews firma un contrato con Samuel Goldwyn y nos llega su impresionante debut en la película de William Wyler El forastero protagonizada por Gary Cooper y Walter Huston.
En estos primeros años, Andrews intervino en algunas de las películas
consideradas referentes del cine norteamericano de los años cuarenta.
Así, el nombre de Andrews es habitual en Bola de fuego (1941) de Howard Hawks, encantadora actualización del cuento infantil "Blancanieves y los siete enanitos" junto a Gary Cooper y Barbara Stanwyck; Aguas pantanosas (1941) de Jean Renoir con Anne Baxter, La ruta del tabaco (1941) de John Ford junto a Gary Cooper y Gene Tierney o el maravilloso western El incidente Ox-Bow (1943) de William A. Wellman.
Pero sin duda, sería su intervención en la película Laura (1944) de Otto Preminger
la que le catapultó hacia la fama. Un estrellato que se confirmaría en
1946 con su papel de Fred Derry en la tan memorable como oscarizada Los mejores años de nuestra vida de William Wyler.
Durante la guerra participó en algunos de los clásicos del género
bélico ("The purple heart", "Alas y una plegaria" o "A walk in the
sun"), buenos westerns y aventuras ("Tierra generosa", "Aguas
profundas"), comedias con estilo ("La feria del Estado") o melodramas
con toques de cine negro ("Ángel o diablo", "Daisy Kenyon", "El
justiciero"), pasando luego al thriller con la guerra fría como tema de
fondo ("El telón de acero")
En los años cincuenta, comenzaría con la excelente Al borde del peligro
(1950), una intriga criminal dirigida por Otto Preminger. Pero el
alcoholismo y la mala elección de los papeles hicieron que su carrera
cayera en picado. De hecho, los problemas de alcohol de Andrews casi le
cuestan la vida en dos accidentes de coche.
Con esta serie de escándalos, Andrews se vio forzado a realizar
papeles secundarios en películas de serie B. De todas maneras, aún haría
películas de indudable valor como Tres horas para vivir (1954, Alfred Werker), junto a Donna Reed; La senda de los elefantes (1954, William Dieterle) con Elizabeth Taylor; La pelirroja indómita (1955, Mervyn LeRoy), actuando con Greer Garson; Mientras Nueva York duerme (1956) de Fritz Lang, con Vincent Price y Rhonda Fleming, Más allá de la duda (1956, de Fritz Lang, junto a la inolvidable Joan Fontaine) o La noche del demonio (1958), una correcta película de terror del maestro Jacques Tourneur.
Durante los años sesenta, Andrews continuaría trabajando sin cesar en
trabajos para televisión y películas cinematográficas de escasa
categoría, aunque como secundario pudo acceder a superproducciones
bélicas como estrella invitada: "Primera victoria" (1965) junto a Kirk Douglas y John Wayne; "La batalla de las ardenas" (1965), con Henry Fonda; o "La brigada del diablo" (1968) con William Holden y Cliff Robertson. De esta última etapa profesional destaca en su papel de presidente de colegio Tom Boswell en la serie de la NBC Bright Promise (1968-72).
En 1972,
después de superar los problemas de adicción al alcohol, se convirtió
en uno de los intérpretes cinematográficos más activos en el afán de
convencer a la juventud de que se apartara del consumo excesivo de
bebidas alcohólicas y fue uno de los primeros personajes famosos que
hacía público su ingreso en la organización de los Alcohólicos Anónimos. Apareció, por último, en "De oriente a occidente para matar" junto a Stanley Baker y Geraldine Chaplin, "El último magnate" (1976) de Elia Kazan, y "Los valientes visten de negro" (1978) junto a Chuck Norris.
En lo que respecta a su vida privada, Dana Andrews se casó en dos
ocasiones, la primera en 1932 con Janet Murray, de la que enviudó en
1935 y por último con la actriz Mary Todd en 1939, a la que dejó viuda
en 1992.
En los últimos años de la vida de Andrews, se le diagnosticó la enfermedad del Alzheimer y en 1992 falleció a causa de una neumonía.
Filmografía
- El forastero (The Westerner), de William Wyler.
- Lucky Cisco Kid (1940), de H. Bruce Humberstone.
- Sailor's Lady (1940), de Allan Dwan.
- Kit Carson (Kit Carson) (1940), de George B. Seitz.
- La ruta del tabaco (Tobacco Road) (1941), de John Ford.
- Belle Starr (1941), de Irving Cummings.
- Bola de fuego (Ball of Fire) (1941), de Howard Hawks.
- Aguas pantanosas (Swamp Water) (1941), de Jean Renoir.
- Berlin Correspondent (1942), de Eugene Forde.
- Tiburones de acero (Crash Dive) (1943) de Archie Mayo.
- Incidente en Ox-Bow (The Ox-Bow Incident) (1943) de William A. Wellman.
- La estrella del norte (The North Star) (1943), de Lewis Milestone.
- December 7th (1943), de John Ford y Gregg Toland.
- Rumbo a oriente (Up in Arms) (1944) de Elliott Nugent.
- The Purple Heart (1944), de Lewis Milestone.
- Alas y una plegaria (A Walk in the Sun) (1944) de Henry Hathaway.
- Laura (Laura) (1944) de Otto Preminger y Rouben Mamoulian.
- La feria del estado (State Fair) (1945), de Walter Lang.
- Ángel o diablo (Fallen Angel) (1945) de Otto Preminger.
- Un paseo bajo el sol (A walk in the sun) (1945) de Lewis Milestone.
- Tierra generosa (Canyon Passage) (1946) de Jacques Tourneur.
- Los mejores años de nuestra vida (The Best Years of Our Lives) (1946) de William Wyler.
- Daisy Kenyon (Daisy Kenyon) (1947), de Otto Preminger.
- El justiciero (Boomerang!) (1947) de Elia Kazan.
- Mi corazón te guía (Night Song) (1948) de John Cromwell.
- El telón de acero (The Iron Curtain) (1948) de William A. Wellman.
- Ningún vicio menor (No Minor Vices) (1948), de Lewis Milestone.
- Deep Waters (1948), de Henry King.
- Britannia Mews (1949), de Jean Negulesco.
- Mi loco corazón (My Foolish Heart) (1949), de Mark Robson.
- Sword in the Desert (1949), de George Sherman.
- Al borde del peligro (Where the Sidewalk Ends) (1950), de Otto Preminger.
- Nube de sangre (Edge of Doom) (1950) de Mark Robson.
- Sealed Cargo (1951), de Alfred L. Werker.
- Luchas submarinas (The Frogmen) (1951) de Lloyd Bacon.
- No quiero decirte adiós (I Want You) (1951) de Mark Robson.
- Destino Budapest (Assignment: Paris) (1952) de Phil Karlson y Robert Parrish.
- La senda de los elefantes (Elephant Walk) (1954) de William Dieterle.
- Tres horas para vivir (Three Hours to Kill) (1954) de Alfred L. Werker.
- Duelo en la jungla (Duel in the Jungle) (1954) de George Marshall.
- Pelirroja indómita (Strange Lady in Town) (1955) de Mervyn LeRoy.
- Cara a la muerte (Smoke Signal) (1955) de Jerry Hopper.
- Mientras Nueva York duerme (While the City Sleeps) (1956) de Fritz Lang.
- Comanche, duelo de razas (Comanche) (1956) de George Sherman.
- Más allá de la duda (Beyond a Reasonable Doubt) (1956) de Fritz Lang.
- Suspense hora cero (Zero Hour!) (1957) de Hall Bartlett.
- Spring Reunion (1957), de Robert Pirosh.
- La noche del demonio (Night of the Demon) (1957), de Jacques Tourneur.
- Enchanted Island (1958)
- The Crowded Sky (1960), de Joseph Pevney.
- Madison Avenue (1962), de H. Bruce Humberstone.
- Primera victoria (In Harm's Way) (1965) de Otto Preminger.
- Desafío al destino (Brainstorm) (1965) de William Conrad.
- Hacia el fin del mundo (Crack in the World) (1965) de Andrew Marton.
- Ciudad indomable (Town Tamer) (1965), de Lesley Selander
- La batalla de las Ardenas (Battle of the Bulge) (1965) de Ken Annakin.
- Berlín, cita con los espías (Berlino - Appuntamento per le spie) (1965) de Vittoria Sala.
- Los seres queridos (The Loved One) (1965) de Tony Richardson.
- Estación 3 ultrasecreto (The Satan bug) (1965) de John Sturges.
- El robo del diamante azul (The ten millian dug) (1966) de Bitto Albertini.
- Johnny Reno (1966), de R.G. Springsteen.
- Hot Rods to Hell(1967) de John Brahm y James Curtis Havens.
- El Cobra (Cobra II) (1967), de Mario Sequi.
- La brigada del diablo (The Devil's Brigade) (1968), de Andrew V. McLaglen.
- De Oriente a Occidente para matar (Innocent Bystanders) (1972) de Peter Collinson.
- Aeropuerto 75 (Airport 1975) (1974), de Jack Smight.
- Por la senda más dura (Take a Hard Ride) (1975) de Antonio Margheriti.
- El último magnate (The Last Tycoon) (1976) de Elia Kazan.
- Los valientes visten de negro (Good Guys Wear Black) (1978) de Ted Post.
- Born Again (1978), de Irving Rapper.
- The Pilot (1979), de Cliff Robertson.
- Prince Jack (1984), de Bert Lovitt.
Treinta y nueve escalones (39 escalones)
Largo nº 19 de Hitchcock.
Escrito por Charles Bennett, Ian Hay y Alma Reville (esposa de
Hitchcock), se basa en la novela "The Thirty-nine Steps" (1915), de John
Buchan. Se rueda, en B/N, en exteriores de Escocia y en los Lime Grove
Studios (Londres). Producido por Michael Balcon (no acreditado), se
estrena en junio de 1935 (Londres).
La acción tiene lugar a lo largo de varios días en Londres y Escocia, en 1934/35. Richard Hannay (Robert Donat) es un joven canadiense recién llegado a Londres, que se ve envuelto por sorpresa en la muerte de una joven agente secreta británica, Annabella Smith (Lucie Mannheim). Detenido por la policía, conoce a Pamela (Madeleine Carroll).
El film suma un thriller de intriga, suspense y misterio, una historia de aventuras y acción y una comedia romántica y de humor. Tras 10 años de gran actividad y con la experiencia de 18 películas, Hitchcock da forma a una obra madura, trepidante y equilibrada, con la que obtiene un gran éxito de público y de crítica. La acción se desarrolla a un ritmo rápido, que no da respiro al espectador, cuya atención se mantiene interesada de modo ininterrumpido. La acción se combina con una acertada construcción de personajes y con unos diálogos ingeniosos. El suspense acompaña el largo viaje de los protagonistas, lleno de amenazas, sorpresas y sobresaltos, a expensas de una persecución múltiple. La cinta está salpicada de chispas de erotismo. En la obra aparecen figuras tan gratas a Hitchcock como el falso culpable, la mujer independiente, agraciada, rubia, desenvuelta y frágil, y los enemigos interiores. No falta el recurso al humor como factor de descompresión de la tensión dramática. El realizador muestra, además, su afición por los trenes, las escaleras, el azar, el desdoblaminto de personajes (perseguidores perseguidos) y la rareza de las novedades tecnológicas (helicóptero). Son escenas memorables la del espectáculo inicial en el Music Hall, la noche en el hotel, la intervención en un mitín local y la parodia del matrimonio (Richard y Pam sujetos el uno al otro por unas esposas). De la obra se han hecho dos "remakes": Ralph Thomas (1959) y Don Sharp (1978).
La música, de Herbert Bath, Jack Beaver, Charles Williams y Louis Levy, se apoya en una partitura densa, colorista y descriptiva, de la que sobresalen los cortes "39 escalones", "Highland Hotel", "Mr. Memory" y "Final". Se añade la composición "Tinkle, Tinkle, Tinkle" (Harry Woods), que interpreta la orquesta del Music Hall. La fotograía, de Bernard Knowles ("Sabotaje", 1956), ofrece expresivos primeros planos, encuadres inquietantes, espléndidas imágenes del paisaje escocés y algunos trucajesc.) (cámara rápida). Da testimonio de la potente visualidad del realizador (cuchillo del pan, niebla, etc.)
La acción tiene lugar a lo largo de varios días en Londres y Escocia, en 1934/35. Richard Hannay (Robert Donat) es un joven canadiense recién llegado a Londres, que se ve envuelto por sorpresa en la muerte de una joven agente secreta británica, Annabella Smith (Lucie Mannheim). Detenido por la policía, conoce a Pamela (Madeleine Carroll).
El film suma un thriller de intriga, suspense y misterio, una historia de aventuras y acción y una comedia romántica y de humor. Tras 10 años de gran actividad y con la experiencia de 18 películas, Hitchcock da forma a una obra madura, trepidante y equilibrada, con la que obtiene un gran éxito de público y de crítica. La acción se desarrolla a un ritmo rápido, que no da respiro al espectador, cuya atención se mantiene interesada de modo ininterrumpido. La acción se combina con una acertada construcción de personajes y con unos diálogos ingeniosos. El suspense acompaña el largo viaje de los protagonistas, lleno de amenazas, sorpresas y sobresaltos, a expensas de una persecución múltiple. La cinta está salpicada de chispas de erotismo. En la obra aparecen figuras tan gratas a Hitchcock como el falso culpable, la mujer independiente, agraciada, rubia, desenvuelta y frágil, y los enemigos interiores. No falta el recurso al humor como factor de descompresión de la tensión dramática. El realizador muestra, además, su afición por los trenes, las escaleras, el azar, el desdoblaminto de personajes (perseguidores perseguidos) y la rareza de las novedades tecnológicas (helicóptero). Son escenas memorables la del espectáculo inicial en el Music Hall, la noche en el hotel, la intervención en un mitín local y la parodia del matrimonio (Richard y Pam sujetos el uno al otro por unas esposas). De la obra se han hecho dos "remakes": Ralph Thomas (1959) y Don Sharp (1978).
La música, de Herbert Bath, Jack Beaver, Charles Williams y Louis Levy, se apoya en una partitura densa, colorista y descriptiva, de la que sobresalen los cortes "39 escalones", "Highland Hotel", "Mr. Memory" y "Final". Se añade la composición "Tinkle, Tinkle, Tinkle" (Harry Woods), que interpreta la orquesta del Music Hall. La fotograía, de Bernard Knowles ("Sabotaje", 1956), ofrece expresivos primeros planos, encuadres inquietantes, espléndidas imágenes del paisaje escocés y algunos trucajesc.) (cámara rápida). Da testimonio de la potente visualidad del realizador (cuchillo del pan, niebla, etc.)
TÍTULO ORIGINAL | The 39 Steps (The Thirty-nine Steps) |
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AÑO | 1935 |
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DIRECTOR | Alfred Hitchcock |
GUIÓN | Charles Bennett, Ian Hay, Alma Reville (Novela: John Buchan) |
MÚSICA | Hubert Bath, Jack Beaver, Charles Williams |
FOTOGRAFÍA | Bernard Knowles (B&W) |
REPARTO | Robert Donat, Madeleine Carroll, Lucie Mannheim, Godfrey Tearle, Peggy Ashcroft, John Laurie, Helen Haye, Wylie Watson |
PRODUCTORA | Gaumont British |
SINOPSIS | Richard Hannay está en un music-hall londinense. De repente, suena un disparo y comienza una pelea. En medio del tumulto, una chica asustada le pregunta si puede ir con él. Richard accede y la lleva a su apartamento. |
CRÍTICAS | ---------------------------------------- "Sólido e inteligente ejercicio de suspense que el cineasta creó como cima de la etapa británica de su carrera, una película viva y apasionante" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País) ---------------------------------------- |
Etiquetas:
Alfred Hitchcock,
Charles Williams,
Hubert Bath,
Jack Beaver,
Madeleine Carroll,
Robert Donat
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